21/3/11

Los de siempre

El Domingo Salí en moto. He de dar las gracias a quienes lo hicieron posible, porque hacía mucho tiempo que no lo pasaba tan bien. Me reuní con algunos amigos. Con los que hicieron posible muchos relatos de viajes maravillosos, con los que de verdad me apetece salir siempre. Y lo pasamos muy bien. Apenas 200 Km., no fue una de esas salidas a rodar que tanto me gustan. Se trataba de tomar el aperitivo entre buena gente, y aprovechar el sol para sacar las motos. Con el sol comenzando a calentar motos y motoristas partimos hacia Nava, donde íbamos a reunirnos con otro grupo de amigos. El encuentro trajo consigo los añorados abrazos entre colegas, las felicitaciones por volvernos a reunir y la sensación de que estábamos los que deberíamos estar. Desde allí cogimos la carretera nacional para llegar hasta Ribadesella, lugar ya tradicional para tomar un aperitivo a media mañana. La ruta se hizo sin problemas, a media velocidad, para desesperación de Kadio, pero disfrutando de cada kilómetro de ruta. Volvía ver los paisajes que me enamoraron desde que llegue. A oler los campos, a sentir la tierra… ¡Que gozada! Podía mirar a los lados con la tranquilidad de saber que iba a ser un buen día. No podía ser de otra manera. Respirábamos el mismo aire, pero se notaba que los ánimos habían mejorado.
En Ribadesella, ciudad de encanto y bullicio dominguero, pasamos de una punta a otra ante la curiosidad de los paseantes. Éramos 12 motos y parecía un desfile organizado para el disfrute de los turistas. Gracias a un día despejado, quienes gustan de pasear por el puerto salieron a recibir los rayos de un sol escaso en las últimas semanas. Todos parecían pasarlo bien, y a ello contribuyo el paso rugiente de nuestro curioso grupo. Salvo por un par de idiotas con demasiado alcohol en el cuerpo, el aperitivo transcurrió tal y como lo recordaba de un principio. Decidimos, lo hicieron por mí, prolongar la jornada con una comida en Benia de Onis. Gracias Batu y Helena. De modo que hasta allí nos fuimos, de nuevo en manada, después de despedirnos de los muchos moteros que paraban en la misma zona.
Recogimos a mi alma gemela en Cangas y marchamos con el estomago preparado para recibir un autentico festín de sabores. En Casa Moran se come una muy buena fabada y un mejor arroz con leche. Y a ello nos aplicamos con deleite. La charla de después se prolongo hasta las cinco. Había que pensar en marchar. Pero Villaviciosa nos llamaba. Guerri quería tomar café con nosotros, ya que no pudo unirse a la comida por asuntos de familia.
Por la nacional hasta Infiesto, donde cortaríamos hacia la Villa por la encrucijada. La nueva carretera que nos mostraba un asfalto perfecto y unas curvas muy divertidas. Pero aquí se separaron las BMW´s, querían correr y el Fitu les apetecía más. En Villaviciosa volvimos a encontrarnos. Después de un cafetín y la charla correspondiente, nos despedimos. Un grupo, los que vivimos en Oviedo, decidimos cerrar la tarde en El Güelu, lugar ya conocido y en el que Fran siempre nos recibe con una sonrisa. Esta vez no quedamos a cenar. Con pena y citándonos para otra ocasión, pusimos rumbo al hogar. Fue un gran día. Gracias por hacerlo posible.

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