10/12/08

Corconte; La Ultima Aventura


El puente no prometía nada bueno. Las noticias hablaban de lluvias constantes. Ni un claro, ninguna tregua para la ropa de agua. La moto llevaba días sin salir, pero no olvide cambiar las gomas. Hasta el momento de la partida, nadie se atrevía a asegurar que íbamos a ir en moto. La opción de las cuatro ruedas parecía sumamente atractiva. Pero el domingo amaneció parcialmente nuboso y con algunos claros. Parecía que iba a sernos propicio. De modo que decidimos salir sobre dos ruedas. Nuestro destino; Corconte, más allá del puerto del Escudo, una diminuta agrupación de casas en el embalse del Ebro. Mientras rodábamos camino de Santillana del Mar, primera parada y lugar escogido para la comida, tuvimos bastante suerte y nos respeto la lluvia. Apenas unas gotas para comenzar la aventura. Parada obligada fue la de Unquera. Las corbatas y el cafetín fueron la escusa para conocernos un poco más. Montando Custom, Carlinos y Sandra, Xava y María, Txano y Joshe y Nieves y Julia. A lomos de un pepino de 189cv, Ricky y Rose y con la Bandid Hector y Silvia. Mi Estrella y yo al final de la manada, vigilantes, entusiasmados. A medio café llegaron las sorpresas, Xana y Cabomer con su chiquilla. Nos presentamos y decidimos salir para Santillana mientras el tiempo dejara de lado la tarea de mojarnos. La ruta fue divertida, algo trabada, pero genial de trazado y asfalto.
Llegamos a la cita culinaria a buena hora y escogimos un buen lugar para comer. Nos prepararon la mesa y disfrutamos de una comida muy agradable. Se abrieron los corazones y encontramos una buena armonía entre los aspirantes a submarinistas. La única pega es que Xana y Cabomer con las chicas de la rapidísima 125, eso es pilotar Nieves, nos dejaron para volverse pues no iban a dormir con nosotros. Y allí nos despedimos deseando buena suerte y poco agua para todos. El resto empezamos la tarde con buenas vibraciones, pues los claros se hacían más grandes. Fue un espejismo. Al llegar a Entrambasmestas, inicio de la subida hacia el Escudo, comenzó a lloviznar y a cerrarse la niebla que nos iba a acompañar durante la magnífica subida al puerto. Unos paisajes para no olvidar rodeando el embalse. Pueblos cargados de olores y gente asombrada de nuestra osadía. Pueblos que veían llover desde el calor del hogar, mostrando su imagen más reconocida. El frio y la niebla que se pegaba a nuestras monturas. Y de repente, tras un rato de precioso descenso, el embalse se nos mostro lleno de reflejos por los traviesos rayitos de sol que se escapaban por entre las curiosas formaciones de nubes que se situaban sobre Corconte. Tomamos un minuto para disfrutar del lugar y nos aprestamos a pasar la noche.

Los Bungalows eran una maravilla. Un poco escasos de espacio, pero verdaderamente acogedores. Seis en uno y cinco en otro. Once en total, dispuestos a preparar una buena cena, una delicia culinaria por generosidad de las chicas, y la mejor de las sobremesas. La fiesta fue inenarrable. Baste decir que los tres litros de refrigerante, bebida a base de leche condensada, whisky y otras maravillas, se fue a demasiada velocidad, a decir de varias personas. Se bebió vino, whisky, ron y lo que hizo falta. El juego del tabaco dio para mucho. Y como al día siguiente se pensaba madrugar, je, je, a la camita pasada la hora bruja.
El día comenzó mal. Un inquieto Carlinos deambulaba por entre los chalets y la cafetería para tomar un café. Poco a poco fuimos despertando, que no despejándonos para conocer a nuestros vecinos. Unos curiosos rumanos que tomaron las monturas a modo de caballitos de feria. Que éramos una piña se vio durante el desayuno. Todos a una en el chalet de la fiesta. Y después, con el día mojadito, camino de Orbaneja del Castillo. Me alegro de no habérmelo perdido. Es para repetir. La cascada fue motivo de retratos y palabras de admiración.

Abajo, en Orbaneja, apenas notábamos el agua que caía. De allí para Fontibre, donde el Ebro nace. Buscamos donde comer, pero dado que el día no acompañaba para esquiar, todos los restaurantes estaban llenos. Junto al nacimiento del rio (Fontis Iberis) que da nombre a la península Ibérica, encontramos una Cantina que nos recibió con los brazos abiertos. Una buena sopa y lomo fueron mi elección para terminar con un postre vasco que no estaba mal. En ese lugar emblemático, fue en el último que vimos un poco de sol.

Para volver elegimos pasar por el puerto de Palombera, y a media altura se nos presento la niebla, la nieve y la ventisca, elementos a los que caímos bien, pues no nos dejaron hasta llegar a Cabezón de la Sal. Tras repostar, entramos en un bar del pueblo. Chorreando agua y deseosos de calentarnos un poco, fuimos la comidilla de los tertulianos. ¡Menudos locos estos moteros!, pero no perdimos la alegría en ningún momento. Aun lloviendo, salimos de Cantabria para llegar a Oviedo bajo un intenso chaparrón. Por fin, en casa, deje la ropa secando, mientras el maltratado cuerpo, deseando recuperar su calor natural, comenzaba a notar los kilómetros recorridos. En la bañera, rodeado de vapor y con una rama de incienso aromatizando la casa, apuro a tragos cortos la copa de ron al tiempo que sonaba la melodía de un arreglo de Art Tatoon. Es tiempo de recapitular. Cada kilómetro recorrido mereció la pena. Fueron un par de días interesantes. Conocimos gente nueva y nos unimos más a la de siempre. Con esa compañía estaba dispuesto a salir de viaje sin importar las condiciones climáticas.
Apurando el último trago de ron, deje que los recuerdos bailaran en mi memoria mientras caía en un agradable sopor. Los ojos se me cerraban. Y las imágenes del fin de semana fueron desapareciendo sigilosas, preciosas, grises, mojadas…

25/11/08

Al partir

Parece que la vida no da tregua. Pasé mucho tiempo preparando mi desembarco en Asturias. Desde que marchamos de aquí, he oído a mis padres hablar de esta tierra con mucho cariño. Cada año tenía más claro que lo que de verdad me apetecía era terminar mis días en ella

Después de un pequeño sustito que cambio el orden de mis prioridades, encamine mis pasos hacia ese destino. Deje lo que hacía, vendí mi casa y crucé pajares para establecerme en la tierra de mi padre. Todo era tranquilidad. Pude descansar del estrés que supone la competitiva vida de Madrid y comenzar, ruta tras ruta, a conocer cada rincón de la tierra donde nací. Eso me llevo a conocer a un grupo de gente con la que aprendí a compartir kilómetros y a disfrutar de la compañía. Viajes cerca y lejos, rutas cortas y largas fueron ocupando mi tiempo de ocio hasta tener la necesidad de compartir esas experiencias con los demás. Conocida es mi ignorancia en lo que a temas informáticos se refiere, pero haciendo un esfuerzo, logré abrir este blog para dejar constancia de cada uno de esos viajes. Quería que todo el mundo pudiera disfrutar de ellos aun sin haber estado.

Todo iba bien, pero la vida me tenía reservada alguna que otra sorpresa. Las relaciones se enfrían, hacen su aparición las decepciones y para acabar de matar la ilusión, resulta que Asturias no necesita de profesionales cualificados. El resultado es que tres años después de comenzar una nueva vida, me veo en la decepcionante obligación de volver al caos. Madrid, muy a pesar mío, es uno de los pocos lugares donde la experiencia y la profesionalidad se tienen en cuenta.
Mientras todo el mundo se prepara para las Navidades, un año más, estas fechas vuelven a darme una bofetada. A poco de marchar y sin esperanza de que se arreglen las cosas, abandono el proyecto de “Toda una Aventura”. No sé cuanto tardaré en viajar de nuevo, ni siquiera si voy a volver a hacerlo. Pero lo que si se es que aunque vuelva, no tendré la misma ilusión. Sé que me espera el aburrimiento, el agobio y la depresión, y no van a contribuir a despejar este sentimiento los recuerdos que dejé plasmados en este blog. A día de hoy no sé si lo destruiré o lo dejaré abierto como prueba del fracaso de una aventura. Por eso, a quienes habéis tenido la consideración de leer las crónicas de mis viajes, os lo agradezco, y os pido que me disculpéis si no me da por escribir de nuevo en este sitio.

Disfrutad de la tierra que os rodea. No sabéis lo suerte que se os a concedido al poder vivir en ella. Hay quien daría la vida por respirar este aire hasta el día de su muerte. Yo ya di la mía. Porque la vida no es levantarse y respirar para pasar uno y otro día. La vida es la sonrisa, la brisa de una montaña. El frio de las mañanas y el batir de las olas al morir en las playas. La vida es el verde y el olor a heno mojado. La bruma del amanecer y los ríos alegres, rápidos… ¡La vida es compartir una pasión! Para mí ya no será lo mismo. Pero gracias a todos por enseñarme tanto de mi tierra. ¡Quemad las gomas, no vuestra alma!

Luis “Gnomo” Portal

2/10/08

2ª KKDD Shadow Custom Club




Tras la primera KKDD en Aranjuez, los hermanos del SCC tenían ganas de volver a verse las caras. En esta ocasión, no tuve que preparar el viaje. Se celebraba en Asturias. Más concretamente en Las Rozas, un pequeño pueblo junto al Sella a pocos kilómetros de Cangas de Onís. Desde que se planteo esta posibilidad fueron apuntándose shadowers, hasta completar una lista final de 36 personas. La idea fue bien acogida desde el principio. Un viaje desde varios puntos de España hacia Asturias. El Principado acogió a los viajeros con un tiempo esplendido, muy a propósito para la ruta planeada. La cita era en los apartamentos “Camín del Pelayo”, al pie del rio Sella y muy cerca del Santuario de Nuestra Señora de Covadonga.

Mientras fueron llegando, el viernes, se calentaba la parrilla donde carnes y verduras cogían el tono adecuado para ser devoradas por los hambrientos moteros. Una vez repartidos en los apartamentos, viajeros y locales se afanaron a la dura tarea de acabar con los manjares. Como siempre la hora de los licores produjo el efecto deseado. Se desataron las lenguas y perfectos desconocidos hasta el momento charlaban y bromeaban hasta que el cansancio hizo mella en todos los corazones.
Para mí, lo más importante de estas reuniones es la camaradería. Más allá de las diferencias en la organización. En la filosofía del club o incluso, más allá de la posesión de una u otra máquina, me gusta conocer gente distinta.

En esta ocasión pude conocer a muchos foreros a los que había leído, pero con los que nunca había hablado. Por ese motivo resulto un fin de semana muy agradable. Con la llegada de los participantes y el paso de la tarde, vas conociendo a cada uno, y si te tomas el tiempo necesario, puedes aprender un poco de cada uno de ellos. Al menos yo lo intento, y enseñanzas… ¡saco muchas de cada reunión!
El sábado amaneció radiante. Un día perfecto para subir a los Lagos, visita obligada para quienes se dejen caer por la zona. Rodando entre peñas y vacas, estas paseando su parsimonia por la carretera, llegamos a lo más alto, pudiendo contemplar paisajes de una belleza casi indescriptible.


Un cielo azul, de marcado contraste con el verde brillante de la montaña, fue el entorno idílico para sacar tantas fotos como permitían las nuevas digitales. ¡No se podía uno marchar sin inmortalizar paisajes y gentes!. La comida en el Bricial ofreció a los visitantes la posibilidad de degustar una autentica fabada. La tarde quedaba libre. Unos eligieron subir a Covadonga, otros permanecer de tertulia hasta la hora de partir a Ribadesella. Allí encontramos otra sorpresa del viaje. La Cuevona. Una cueva hecha túnel de una belleza impresionante.



Por la noche cena tranquila y más charla entre los asistentes. La sidra corría por doquier y de nuevo la cena estuvo plagada de divertidas anécdotas y sabrosas historias de motos y moteros.

Pero todo lo bueno se acaba y a cierta hora de la madrugada, las conversaciones fueron dirigiéndose hacia la ruta del día siguiente. Había que salir temprano. Unos hacia Calahorra. Otros hacia Bilbao. Y un numeroso grupo partirían hacia Toledo, desde donde habían llegado para conocer Asturias y a los compañeros del Foro.

Por la mañana, las despedidas de rigor y promesas de una reunión no demasiado lejana. En el ánimo de todos estaba volver a quedar y una de las opciones barajadas para ello fue Andalucía. Maños, madrileños y hasta un menorquín, ¡así se hace Daniel!, preparaban sus monturas para la jornada de vuelta a casa. Un cierto sabor amargo se notaba entre los asistentes a la 2ª KKDD del Shadow Custom Club.

Muy lentamente, pero de forma ruidosa, las motos fueron perdiéndose por la carretera hacia sus lugares de origen. En los apartamentos iban quedando tan solo los asturianos, quienes recogieron un poco cenador y dormitorios para más tarde sentarse a charlar sobre la reunión. En general todo había salido bien. Los visitantes marcharon contentos y una vez más Asturias ofreció lo mejor de sí misma a quienes quisieron acercarse a la ribera del Sella. Hasta la tercera KKDD, para la que no falta mucho, ¡salud y buena ruta compañeros!

30/9/08

2ª Concentración Buitres Leonaos


Desde el primer momento sabíamos quienes íbamos a viajar. Un grupo formado por Tino, Nadia, Xabali, Chester, Kadio, Valerie, Santi y yo mismo. Seis motos seis con un destino claro. La diversión. ¿O no estaba claro el destino?


Poco a poco los kilómetros fueron reduciéndose hasta llegar el momento del encuentro con Elsi. Ella, viajera solitaria, nos esperaba en Candelario para comer.



Un pequeño restaurante, propiedad del hotel, en el que se nos recibió de manera sorprendente. ¡Mira que hacemos ruido!, pero ni la boda que nos acompañaba se molesto. Bueno, un poco la madre de un renacuajo que estaba dormidito…


En Béjar pusimos un tornillo a Kadio, bueno, a su moto y con Josito, llegado a los postres, partimos para Cáceres. Llegamos un pelín desorganizados, pero llegamos y pudimos ver todo el tinglado.

Lo que sorprende de esta concentración, es que los Buitres Leonaos, organizadores de la misma, no son más de 25 y las personas completamente involucradas en la organización son más de 60. Todas y cada una de ellas pasaron los tres días volcados para que la reunión saliera de lujo. Y lo consiguieron.

Los campos de la Universidad Laboral de Cáceres, acogieron a más de 1.200 personas inscritas en la concentración. Y luego las visitas, muchas y variadas para ver los conciertos y fotografiar las motos. En régimen de Colegio Mayor, nos fueron repartiendo por las habitaciones, siempre acompañados por voluntarios muy eficientes. Una vez cambiados y dispuestos para la juerga, pudimos charlar y beber con los amigos de siempre y con los nuevos. Que hubo muchos. Carnes a la brasa, lentas, pero muy apetitosas, cerveza y todo tipo de licor. Había para todos los gustos.



Jóvenes grupos de la zona, amenizaban las noches y visitas culturales al centro histórico ocuparon la mayor parte de los días en Cáceres. Incluso, ciertos elementos, salimos en busca de un famoso Castro que se encontraba por la zona. No lo encontramos, pero el paseo mereció la pena.

Como estábamos en un régimen colegial, las comidas se servían en un gran comedor. Self Service, pero abundante y sabrosa en cada ocasión. En ese aspecto nada que decir. Y en cuanto al trato, cada uno de los componentes de Buitres Leonaos, se afanaban por atender las demandas de quienes asistimos a la Concentración.

La noche se convertía poco a poco en competiciones de vasos. Esto es, colocar vasos de tubo, antes llenos de cualquier bebida alcohólica, uno sobre otro hasta alcanzar el techo. Más de una mesa estuvo cerca de conseguirlo, por lo que la alegría, desbordada en ciertos momentos, reino cada noche en la reunión.


Muchas motos y muchos amigos convierten un viaje en un recuerdo agradable. En este caso, la 2ª Concentración de Los Buitres Leonaos es una cita ineludible para la temporada que viene. Es de bien nacidos ser agradecidos y cuando tan poco gente te ofrece todo su trabajo sin condiciones, hay que devolver al menos un poco de lo recibido. Yo lo haré el año que viene acudiendo a su 3ª llamada.
El retorno a casa siempre es distinto. Nos decidimos por el Monfrague. Mereció la pena. Junto al pantano encontramos ciertos ejemplares de cantantes frustrados realizando desconcertantes coreografías para la desesperación de quienes viajaban tranquilos por la zona... Fue el último baile. Las ganas de llegar hacen que la gente se separe. Unos por pista, otros por pajares. En Casa Ezequiel hicimos la última parada. La noche nos rodeo inmisericorde y aceleramos para llegar cuanto antes al hogar.

Una reunión más que contar a nuestros nietos. Es por lo que merece la pena viajar. Conocer a gente distinta, y acercarte más a los tuyos. Por eso ya estoy pensando en la siguiente. Hasta entonces, ¡buena ruta!

21/9/08

Marbella, destino de las Sombras


Atravesando un mar de nubes, deje atrás mi patria querida para cruzar toda la piel de toro y llegar hasta Marbella. No se trataba de un capricho. Iba a visitar a Los Coyotes. Ponían en marcha la undécima Concentración Moto turística. Salir por el puerto de Pajares es siempre un cúmulo de sensaciones. Curva tras curva, metido en la niebla, silbaba la primera melodía que me pasaba por la mente. Estaba contento. No solo por el viaje, iba a ver a algunos amigos recientes del Shadow Custom Club.

La idea era pasar por Madrid para ver a un colega y seguir ruta. Viajando solo, y dejando a mi Dama que rodara alegre, decidí tirar para Ávila, pasar por Toledo y llegar a dormir a Ciudad Real. Las carreteras, una vez llegado a León, estaban despejadas, secas y dispuestas a dejarse asombrar al paso de tremenda máquina. Por ello el viaje se hizo corto a pesar de hacer muchos más kilómetros de los necesarios para llegar al Fuerte Nagüeles. Ahora que tengo cámara, incluso viajando solo se me ofrece la oportunidad de aparecer en algunas de las fotos. Eso si, el autorretrato no se me da muy bien, de momento.


Ávila fue declarada patrimonio de la humanidad en 1985 y desde el año 2005 esta integrada en la Red de Juderías Españolas. La parte viejuna de la ciudad es para recorrerla paso a paso. Una visita que deja un buen sabor de boca al viajero que osa desafiar el asfixiante calor del mediodía.

Al dejar Ávila siempre se queda un poco de ti en esas callejas copadas por las sombras. Llenas de historias de sables y espadas. De amores imposibles y damas hermosas. Llenas de historia. Pero la siguiente parada no estaba exenta de encanto. Un poco de paciencia y llegaría a Toledo. "Considerada la Segunda Roma, Toledo no deja de ser una ciudad única. Única en sus detalles, su historia, su cultura y su encanto. Las tres culturas de las tres religiones monoteístas -la musulmana, la hebrea y la cristiana- dejaron su huella en esta peñascosa pesadumbre y cuna de civilizaciones -como decía Cervantes- abrazada el Tajo, testigo de la impronta de todos los pueblos de la Península Ibérica." Una ciudad encantada y encantadora que acoge al viajero con los brazos abiertos. Una ciudad para vivirla. Y para verla.



La Puerta Bisagra es una de las maravillas arquitectónicas que pueden verse sin a penas meterse en el Toledo de las callejas estrechas. Un lugar para citarse y comenzar el recorrido por la ciudad monumental. Toledo nunca deja indiferente. De día o de noche el misterio te acompaña por cualquiera de sus rincones. En cada claustro, taberna o palacio pareces estar viendo al Capitán Alatriste batiéndose en duelo con algún desdichado. Una de las ciudades con más encanto que conozco.

Pero el espectáculo debe continuar, y con la noche pisándome los talones corro hacia Ciudad Real. Una ciudad que rebosa cultura, tranquila de noche y bulliciosa durante el día. Allí llego para dejar descansar a La Estrella de Medianoche. Mi máquina, que sin una queja ruge feliz al saber de su reposo. Una jornada más de aventuras por esta mi querida España que tanto tiene que ofrecer. En la habitación del hotel rememoro las imágenes de cuantas bellezas he disfrutado y soñando con lindas doncellas salvadas por el temple de mi brazo y mi bruñida espada cedo al sueño y todo queda en silencio.
Muy temprano, como en mí es habitual, dejo la ciudad Real y viajo hacia la Sierra Madrona, paso obligado para la Comunidad Andaluza. Es la Madrona un compendio de olores y colorido con el encanto de las silenciosas tierras de montaña. Muy de mañana la humedad impregna todo lo que ves y el olor a pino embriaga tus sentidos. Tres puertos y varios cambios de paisaje después, desembocan en la puerta de Andalucía. "La ciudad de Montoro es conocida como La Bella Escondida, ya que quien pasa por la autovía Córdoba - Madrid, solo ve unas casas desparramadas que no le sugieren el fascinante espectáculo que se contempla a unos trescientos metros. También se la llama así por asentarse cu casco urbano sobre una espina rocosa, figurando así como una montaña de casas rodeadas por un cerrado meandro del río Guadalquivir. Se la ha venido a llamar el "Toledo Andaluz". Las aguas del Guadalquivir abrazan tortuosamente los sillares bermejos y prietos del pueblo. El Puente e las Doncellas o de las Donadas(las damas del pueblo donaron sus joyas para su construcción), lo cruza uniendo el Retamar, belen perenne de pinos coronado, con el casco urbano de dominante torre centenaria." Una descripción casi tan bella como los versos de Manuel Tarrín, insigne montoreño que dejo maravillosas descripciones de su lugar de nacimiento.


Tras dejar Montoro, tenía que venir, pise la autopista que me llevaría a Córdoba y de allí hasta Málaga. El campamento estaba situado en una de las zonas urbanizadas más elegantes de la Marbella cosmopolita. Lo primero que sorprende al llegar es el gran número de metros cuadrados que ocupa el pinar. La pregunta obvia es,¿cuanto tiempo durara?. Es una golosina muy dulce para los especuladores del terreno. Pero no es esta nuestra historia. Fuerte Nagüeles es uno de esos sitios que todos guardamos en la memoria de nuestra infancia. Los campamentos de verano forman parte de nuestra cultura. Y este Fuerte aloja en distintas épocas del año a chavales dispuestos a quemar toda la energía que les sobra. Para nosotros, las cabañas más pequeñas y los bungalows suponen una alternativa a las tiendas de campaña. Tiendas que podían ocupar todo el pinar. La llegada el jueves fue bastante fría. Nada montado todavía y casi nadie por los alrededores. Pero allí estaba Rommel.

El me llevo hasta la zona de acampada para acotar un espacio que luego ocuparían los ruidosos Shadowers. Acotado y con la tienda plantada salí a dar una vuelta para conocer bien el lugar. Cerca, muy cerca una piscina nos llamaba a arrebato. Hacía calor. No estaba prevista la llegada del grueso de los peligrosos moteros hasta el viernes, y nada había para calmar la sed. En estas estaba cuando llego Fofi. Monto su chalet(el de tirar al aire y monta solo) y decidimos bajar a marbella. ¡No llegamos!. Lo intentamos varias veces, pero en cada ocasión acabábamos en una calle cortada o en alguna zona desconocida alejadísimos de nuestro fuerte. Para comer tuvimos que recurrir al hogar de las hamburguesas. ¡Que triste!. Lo de los extraterrestres que bailaban en el fuerte ante la mirada de la alucinada organización es para una novela de misterio. Junto a ellos tomamos un par de cacharros y vimos un video de España. ¡Un baúl de topicazos para extranjeros que no merece comentario alguno. Y así pasamos la tarde hasta meternos en las tiendas a dormir. ¡¡¡Que buena noche pasamos comparada con la que vendría!!!



Y llego la mañana. Y con ella la llegada de muchos de los compañeros que habían salido el mismo viernes. A los primeros que vimos fue a Genma y Bunker, que llevaban unos días brujuleando por Marbella. Poco a poco se fue llenando la parcela de tiendas. Había sitio para todos y para las motos. La llegada de los compañeros hizo que la jornada fuera mucho más entretenida





La Concentración comenzaba a vivir. Del ruidoso silencio del jueves al bullicioso trajín de la construcción de tiendas. Mientras, Los Coyotes terminaban un montaje detenido a veces por la falta de material. Las tiendas emergían, las barras funcionaban y pudimos entonces comenzar a beber cervezas, delicioso néctar estimulo de los moteros y alegría para el sediento. Rommel y Fofi se unieron rápidamente a la primera foto de grupo.


Más tarde, llegarían Joshua y Pope para montar las tiendas y comenzar la fiesta.
El viernes trascurrió dentro de lo que se esperaba. Fueron llegando los compañeros con cuentagotas y mientras llegaban aprovechábamos para ponernos al día. Resulto bastante animada la mañana y como contábamos con la piscina, se combatía el calor de forma moderada. Las expectativas para lo noche crecían con el furor acumulado de los recién llegados viajeros.

A la par que se llenaba nuestra zona acotada, las tiendas a nuestro alrededor crecían como por arte de magia, hasta completar una imagen de gran policromía. Entre charla y cerveza pasamos el día visitando los puestos y saludando a los conocidos. Y llego la noche. Había ganas de juerga y los ánimos fueron desatándose hasta que, alrededor de la mesa situada en el campamento Shadow, se unieron el hambre con las ganas de comer. Un par de amigos que montan Harley se convirtieron en el centro de las ironías de Fofi. La sangre no llego al río y Harley y Shadow se fundieron en un hermanado abrazo regado con cerveza y alguna que otra bebida alcohólica.


Mientras tanto en los alrededores del pinar, el resto de los visitantes se conocían y se daban a conocer. Visitantes de la zona, asiduos a esta concentración y algunos llegados de mucho más lejos. Todos con un objetivo. Pasarlo bien. A ello se dedicaban con encomiable intensidad en las distintas barras colocadas a tal efecto.

En la zona Shadow se oían gritos como “¡¡El que tenga una Harley que se joda!!”… ¡¡”A remar por el Sella”!!... ¡Y se remaba, vaya si se remaba!. Cantos patrios y gritos enloquecidos, rugir de motores y conversaciones a cerca de no se que bebida desconocida de nombre José Cuervo. La fiesta se prolongo hasta la salida del sol. Poco a poco fueron cayendo hasta quedar envueltos en el silencio. Duro poco, pero que bueno fue.

El sábado fuimos a ver como viven los ricos. Puerto Banus vio desfilar una comitiva de cadavéricos y oscuros personajes, que destacaban considerablemente por entre los yates amarrados en el puerto. Éramos a la vez, objeto de curiosidad y alarma. A nuestro paso se descubría la seguridad de las tiendas y no nos perdían de vista hasta bien dejado atrás el local.

Para algunos la jornada continuaría en la Feria de la cerveza. ¡Que obsesión por la birra!. Y de vuelta a la zona de acampada para preparar la noche. Había música y alcohol, pero aún perduraban los efectos de la prolongada celebración del día anterior. Por ello, y pensando en el viaje del domingo, los shadower fueron cayendo poco a poco en sus respectivas tiendas.

Antes de acostarnos pudimos compartir tiempo con los amigos de Alhama. Un numeroso grupo, presente en casi todas las concentraciones.

Como vengo diciendo desde hace tiempo, a ninguno nos gustan las despedidas y procuramos pasar el trámite de forma sutil y veloz. Total, la próxima cita no esta demasiado lejos. A los que no acudan, hasta cuando quieran, al resto, hasta pronto. Un hasta pronto que suaviza el adiós y queda en el alma para disfrutar de el durante el viaje de regreso.


Las carreteras están igual que cuando salimos de casa. Nada parece cambiar. No te piden cuentas, pero rebosan belleza, tranquilidad y si sabes elegir, silencio. Un silencio solo roto por el rugir de tu montura. Sorprendido por la escasez de agua de ciertos pantanos, volaba hacia los puertos que dan entrada a la tierra de mis padres. Cansado pero feliz, siempre es especial la vuelta a casa. Las verdes montañas acosadas por la sempiterna bruma, y los valles húmedos y sombríos te dan la bienvenida. Y es entonces cuando, cerca de tu castillo, comienzas a preparar la próxima aventura. No sabes donde, o si, pero no importa. Miras atrás y añoras esos kilómetros que acabas de recorrer. Pero siempre queda un momento para conocer gente viajera.

Gente que como tu sale de viaje por el puro placer de viajar. Personas con las que compartir aventuras recientes y próximos proyectos. Hasta que lleguen, nos conformamos con recordar. Y a veces el recuerdo es una aventura en si. Espero que nuestra vuelta a la carretera no se demore. ¡Buena ruta amigos!

4/8/08

Proyecto Montañes 2008

Fue una idea que nació en moto. Enrique, llamado Racing, comenzó a reunir a un grupo de amigos en su casa, para charlar y degustar una paella. Amigos escogidos de todas partes. Este año, por primera vez, acudía desde Oviedo. En casa esperé la llegada de Sergio, quien viajaría conmigo hasta Liencres. Llegaba de Madrid para acudir juntos a la reunión de Cantabria. La noche, como cada vez que nos vemos, pudo alargarse por la charla pendiente. Pero queríamos salir temprano para hacer una buena ruta, por lo que precipitamos el sueño para estar frescos a la mañana siguiente.

Amaneció despejado y con promesa de buen tiempo, de modo que tras repostar, salimos para Santander vía Cangas de Onis, Panes y Unquera. Desde allí hasta Liencres, un ratito por autovía. Para empezar con buen pie, hicimos un alto, como manda la tradición, en el Puente Romano de Cangas de Onis. La idea era tomar un café, pero muy a pesar nuestro, la máquina estaba estropeada y nos conformamos con una cerveza mientras disfrutábamos de las primeras impresiones del viaje. Una vez más, el destino era secundario. Rodar en moto ponía una sonrisa en nuestra alma.

Desde Cangas a Panes, por el desfiladero del Cares, no por conocido resulta menos espectacular. Un sinfín de curvas suaves para dejar que la moto se mueva sin esfuerzo. Río y roca fundidos en uno para rodar sin prisa pero sin pausa. Un aluvión de sensaciones, olores e imágenes de fácil recuerdo. Un paseo para disfrutar, tanto, que no paramos hasta llegar a Torrelavega, apenas a 15 minutos de nuestro destino. La casa de Enrique nos recibió soleada y a mesa puesta. Elisa, su mujer pendiente de todos los detalles, nos ofreció sombra para relajarnos y recordar el viaje con placer.

Mientras, el anfitrión se afanaba en preparar la paella, plato fuerte de la reunión. No desmerecen las tortillas de Eli, que volaron en cuanto se colocaron en la mesa. Todo un esfuerzo para reunir a gente de toda la geografía española. Gente con una afición común, que no una moto, ya que descansaban en la puerta, Varaderos, BMW y mi Estrella. Se hablo de viajes, se contaron chistes, y se comió bien.
Este fue el resultado de tanto trabajo. Una paella de la que apenas quedaron las conchas de las almejas.
El animado grupo que no escatimó piropos al acabar con todo lo que se dejaba sobre la mesa. La cerveza y la sangría contribuyeron a crear un ambiente relajado propio para las bromas. Y de esa manera transcurrió la tarde. Un día de lujo que sin duda debemos agradecer a quien lo hizo posible.
Tras la comida la charla. Muy agradable. Conocer a quienes hoy comparten su afición con Racing fue un placer. Volver a ver a quienes no veía desde hace tiempo una alegría.


Poco más que decir. Un año más el Proyecto Montañés termina con éxito. Solo la despedida se tornó amarga por alejarnos de gente a la que no veríamos hasta el próximo proyecto. Pero merece la pena. Son de esas tradiciones que hay que cuidar. Vengas de grupo que vengas, al final lo que nos une es la pasión por las motos. Cualquier moto. Y por los viajes, cualquier viaje. Hasta el próximo, nos vemos rodando.