23/8/17

IN MEMORIA



Últimamente se nos han ido muchos amigos y conocidos en las carreteras. Muchos apasionados de las motos que han terminado su andadura por este valle de lágrimas, haciendo lo que más les gustaba. Como consecuencia de ello, proliferan en las redes sociales los mensajes de pésame a las familias y amigos. Todos quieren solidarizarse con aquellos que se quedan aquí, poniendo lazos negros en sus cuentas, y frases de consuelo con las que proporcionar algunos momentos de alivio entre tanto dolor.
Lo que ocurre entonces, es que al abrir cualquiera de estas redes de comunicación pasas más de 10 minutos leyendo diferentes formulas de pésame, y esa tristeza que se percibe entre líneas, a mi me golpea inmisericorde y me descubro intentando disimular unas lagrimas que, desobedientes, comienzan a caer por las mejillas. Entonces recuerdo a quienes perdí en el correr de los años. ¡Y ya son 23!...Recuerdo sus nombres, sus caras y los detalles más absurdos de su adolescencia… ¡No se porque! Les veo frente a mi sonriendo, como queriendo esconder un secreto que se mueren (sig…) por decirme. Recuerdo como dejaron este mundo y las caras de sus madres, esposas, hijos,… ¡maridos!...y no me hace ningún bien. Cuando salgo a rodar se que vienen conmigo, me vigilan, me protegen… ¡pero coño, empiezan a ser demasiados para ir en una sola moto! Y sonrío cuando me libro por los pelos de la embestida de una caravana en el Pontón, y cuando ataco mal una curva y encuentro los reflejos para salvar el golpe. Sonrío también cuando intuyo algo raro y reduzco la velocidad antes de encontrar un caballo suelto tras la curva ciega de cualquier puerto… ¡Ya me entendéis!.. Siempre que pienso en ellos me veo sonriendo. Y es que no me cabe más dolor.
Por eso ya no cuelgo más mensajes de duelo en la red. Por eso ya no voy a funerales, por eso no me gustan las frases de pésame…Y prefiero celebrar la vida. La vida de quienes quedamos aquí, rodando sin ellos. Celebro cada kilómetro que ruedo y cada persona con la que ruedo. Me gusta pensar que ellos así lo quieren, porque cuando nos llegue la hora, y nos llega tarde o temprano, los encontraremos con los brazos abiertos. Y entonces de nuevo vacilaremos con ellos, reiremos con ellos… ¡viviremos con ellos! Esto es lo que me gusta celebrar. Ya he derramado demasiadas lágrimas de dolor en esta vida. Ahora prefiero llorar de felicidad, aunque los acontecimientos de los últimos días no me lo pongan fácil.