22/9/09

Caballeros del Asfalto


Una de las ventajas de viajar en moto es la de conocer gente de otras comunidades. Yo he tenido la fortuna de trabar conocimiento con gentes dispares, grupos de amantes de la moto que ruedan a lo largo de toda nuestra geografía. Uno de esos grupos con los que me siento especialmente unido es el de Los Caballeros del Asfalto. Coincidimos en la primera Concentración en León y desde entonces nos hemos ido viendo en distintas reuniones. Por eso, a la hora de organizar ellos su propio encuentro, estuve encantado de acudir a visitarles.


Invitados por Elsi, una estupenda compañera de viaje, preparamos la ruta. Temprano, muy temprano, salimos de casa el sábado 19 de septiembre para llegar a tiempo de realizar la ruta con ellos. Las carreteras de la zona, nos son conocidas ya que desde Asturias hemos rodado en varias ocasiones por tierras vecinas. Pero rodar en grupo tan numeroso, de vez en cuando, resulta divertido. Por ello se hizo corto el camino hasta el Museo de la Siderurgia y la Minería de Castilla y León, ubicado en el Valle de Sabero. La localidad que da nombre al valle, nos recibió con los brazos abiertos, y los “callos” calentitos. Tras un aperitivo, la obligada visita al museo. Para mí, emocionante debido a ciertos temas familiares que tenía olvidados. Y después, ¡a la pitanza! Yo comí bien. Cierto es que habiendo reducido la cantidad de comida que engullo últimamente, no me sacie, pero comí un poco de todo.

Aunque si se vieron pasos interesantes, eche de menos a mi amiga Sanabel, no se prodigaban los Fred y Ginger a la hora de la sobremesa y baile. Eso sí, mientras sorbíamos poco a poco un digestivo, reímos bastante y a la postre va a resultar interesante recordar algunas “Congas” y ciertos “Paquitos”.






La idea era marchar al hotel para dormir un poco y llegar enteros a la cena y posterior ruta “barítima”. Pero entonces se nos fue al suelo Ricardo y aunque hoy podemos decir que no ha sido nada grave, el susto nos dejo helados para casi todo el resto del día.

Por eso la cena resulto un pelín seria. Pero hay que continuar y los jóvenes marcharon para el húmedo a terminar la jornada con copas y bailes. Unos cuantos, machacados por el sueño y cierto agotamiento psicológico, decidimos charlar en un bar cerca del hotel y volver a la cama pronto para poder acompañar a Elsi al Hospital antes de ponernos en ruta hacia nuestros hogares.

Lo de Mafre tiene delito y que un Hospital quiera deshacerse de un accidentado, es para gritar, pero esto será otra historia. Ricardo estaba en urgencias, medio aturdido, pero entero y feliz por estar como estaba. Quedamos en vernos pronto y le dejamos a la espera de una ambulancia que iba a trasladarle hasta Avilés. Otra historia que contar, y se contará.

Los asturianos partimos hacia Boñar, camino de San Isidro, excepto Fidel y Susana, que quisieron ir hacia las Medulas, en Ponferrada antes de volver a casa. Una pareja extraordinaria. Solo por conocerlos valió la pena el viaje. Y de los demás, que decir. Joshe y Txano, viajar con ellos siempre resulta interesante. Elsi, una mujer de una pieza y con muchas ganas de vivir. Un placer volver a rodar con Melandru, acompañado en esta ocasión por Rebeca. Buena chica. De Medion que voy a decir. Uno de los de siempre con los que gusta rodar y charlar. Y el inefable Ricardo, protagonista involuntario del viaje y un tipo estupendo. Con gente así, da gusto viajar. Faltaron algunos de esos que considero imprescindibles en toda ruta que se precie, pero no todo iba a ser perfecto.

En definitiva, un gran fin de semana que, aun marcado por el accidente, sirvió para volver a ver a gente estupenda y conocer a otros igual de interesantes.

La vuelta se desarrollo sin ningún problema. Salimos dirección Boñar, para volver por San Isidro. Un puerto, desde mi punto de vista, más atractivo que Pajares. Mejor carretera y magníficas vistas. Llegamos la cumbre a eso de las 13,30 y decidimos comer algo allí para, después de una sobremesa tranquila, hacer el último tramo hasta casa. Como siempre, los de Gijón se fueron por la minera, y esta vez yo solo, de frente hasta Soto de Llanera, donde un baño caliente y una copa de ron me ayudaron a templar el cuerpo. Mientras Frank Sinatra derrochaba talento por toda la casa, pensé en lo afortunado que soy. Después de tantos años rodando sobre una moto, no he tenido que lamentar más que un pequeño susto sin apenas consecuencias. Espero que siga la racha. Mientras dedico un momento a Ricardo, me voy quedando dormido envuelto en vapores de Sándalo y Pampero. Mañana será otro día.




1 comentario:

Valeria dijo...

Bravo Gnomito, bravo!Me hubiera gustado compartir ese fin de semana con vosotros, pero las circunstancias no lo permiten. No obstante, reafirmo una vez más que leerte es estar allí, donde no sólo va tu cuerpo, sino tambien tus dos almas.
Espero que nos veamos pronto.
Un beso.