Cuando
oyes hablar de algo con insistencia, llegas a hacerte una idea de lo que te
espera cuando por fin puedes comprobarlo tu mismo. Este es el caso de la
reunión anual de el Club Varadero España. Mi amigo Kike siempre habla de esa
reunión de forma que apetecía ir a conocerla. Casi ocurrió el año pasado, pero
tan solo por una semana no pudo ser. No encontré una Varadero que se ajustara a
mi escaso presupuesto y que estuviera en buenas condiciones. Pero la halle. Y
este año, casi por sorpresa, pude
apuntarme a tiempo para acudir al que iba a ser el X Encuentro del CVE. Cuando
Kike me apunto, fue tan precipitado, que apenas tuve tiempo de hacer un esquema
del viaje. Estaba metido en otros temas y no me puse a pensar en ello hasta una
semana antes. Rápidamente, cambie las gomas y puse a punto a “la peque” para
salir hacia Almería el día 16 de Junio. En principio tenía pensado viajar hacia
Burgos, pero el destino quiso que las circunstancias cambiaran y puse la mirada
en la sierra de Madrid. La sierra norte, para ser más exactos. Más de 30 años
viviendo en la sierra noroeste y la mencionada ruta de los Castillos y las
Atalayas, me era bastante desconocida. Es lo que ocurre cuando, como dice una
amiga mía, “sueñas lejos”. Te vas a conocer los caminos más alejados de tu
casa, y los que tienes al lado apenas los recorres.
Hecha
pues la maleta y con la misma ilusión de
la primera vez, a las 8´00 AM salía del garaje para rodar apenas un kilómetro
hasta la gasolinera donde quería llenar por primera vez el deposito de la
Vara. Un orballo persistente me hizo dudar si ponerme o no los plásticos
para un primer momento. Creí que iba a ser cosa de una nube, pero una vez más,
y como casi siempre con el tiempo, me equivoque. Pude llegar hasta Campomanes.
Allí, en el Ave, descubrí que el agua me llegaba hasta lo más profundo de mi
anatomía…¡ Calado hasta los huesos! Decidí entonces esperar un rato hasta que
se me secara un poco la ropa que después iba a cubrir con el traje de agua, y
charlando con el posadero se me paso una horita larga. Pero ya seco y con la
preparación adecuada para recibir lo que fuera, rodé los primeros kilómetros
hacia el puerto de Pajares. ¡Será un rato me decían por wasap!, pero no paraba
de llover. Atento a cada curva, pero pensando en mis cosas, fueron pasando los
kilómetros hasta llegar a Tordesillas. Recuerdos de tiempo pasados vinieron a
mi encuentro mientras atravesaba la ciudad a la que Alfonso X El sabio le
concedió el Fuero Real en 1262. Apenas 15 minutos para tomar un café y sacudir
el agua de los plásticos y le dije adiós a la ciudad del escudo coronado.
Mi
ruta cambio en ese momento, ya que la lluvia no me permitía disfrutar de los
pueblos castellanos tal y como era mi intención. De modo que baje por la
nacional hasta Adanero, donde de nuevo paré un rato para dejar descansar a La Modelo y a mis nalgas, que
ya empezaban a quejarse. La falta de practica es lo que tiene. La ruta desde
Adanero hasta Guadarrama me es bastante conocida. Es el camino habitual cada
vez que decido ir a Madrid. Pero en Guadarrama giré para coger la ruta de los
castillos que pasa por el monumental de manzanares. Una pena la lluvia, porque
si la carretera merece la pena por la belleza de sus pueblos, los pantanos,
castillos y atalayas que nos salen al paso, en días despejados resultan
hechizantes.. Entre Torrelaguna y El Casar, comenzó a despejarse al cielo, y el
calor propio de esta época se notaba en las carreteras. Mis gomas nuevas no
encontraron dificultad alguna en terreno mojado, por lo que espera un mejor
comportamiento cuando secara el asfalto. Y sin darme cuenta, llegue a
Guadalajara. Situada entre las comarcas de la Alcarria y la campiña del
Henares, esta capital de la provincia homónima, me recibió ya con el sol limpio
de nubes, por lo que mientras descansábamos mi montura y yo, pude quitarme la
ropa de agua y dejarla secar antes de continuar la marcha.
Tenía tiempo, por lo que saque mi GPS
particular, un mapa de España desplegable, con el que siempre me gusta viajar,
para elegir una ruta alternativa a la
N-420, que te lleva directa a la ciudad encantada. Un poco
antes de Alcocer, tome la decisión de girar hacia Gascueña por una CM que me
llevaría a descubrir la belleza del interior de esta comunidad. Pueblos como
Villalba del Rey, Tinajas, o Villar del Sanz, contribuyeron a dejarme con la
boca abierta. Poco a poco fui acercándome a la nacional para reaparecer al
mundo en Chilaron de Cuenca, apenas unos Km. antes de la ciudad en la que me
iba a encontrar con el equipo KR Cantabria. Un poco cansado, pero sin duda
feliz, camine por la recepción del Hotel Torremangana mientras el recepcionista
me miraba de una forma que luego supe que era envidia, pues, también motero, lo
que le apetecía era lo que yo había hecho. Mientras charlábamos y hacíamos el
registro, fui relajándome pensando ya en la ducha y una copa en el bar donde
tenía que esperar la llegada de Kike y Ana. Y tan relajado quede, que al mover
la moto para encarar el parking, por cierto, carísimo para estar en Cuenca, “la
peque” decidió tirarse a descansar sin previo aviso. A punto estuvo de costarme
un disgusto, pero a la postre, solo salió perjudicada la tulipa de un
intermitente. Nada digno de recordar…
Solo
me apetecía beber cola fría. Y ya duchadito y preparado para la noche
conquense, disfrutaba del relax cuando a las puertas del hotel, apareció una
Varadero azulona, la nueva adquisición de Kike, tan majestuosa como la vi la
primera vez. Tras la cortesías de rigor, decidimos dar una vuelta para comer
algo antes de caer en la cama, y aterrizamos en una taberna flamenca donde lo
cierto es que comimos muy bien a base de pinchos y cerveza o vino. Un buen
final para la jornada perfecta.
Lo
del viernes iba a ser otro cantar. Kike, gran navegador, tomo el mando con las
ideas claras y la vista puesta en Ayna. Este sería mi mayor descubrimiento. La
llamada Suiza Manchega,
me proporciono increíbles momentos mientras nos deslizábamos por las
impresionantes curvas que dan paso a la población conocida por acoger el rodaje
de “Amanece que no es poco”.
Elche de la Sierra, Socovos, Tazona, fueron algunos de los
pueblos que atravesamos. Y si había otra ruta, menos transitada y más
espectacular, Kike la tomaba para que, a buen ritmo, siguiéramos disfrutando
del paisaje que nos rodeaba. Rodamos tranquilos fuera del habitual caos circulatorio
de las carreteras con mayor transito. Y llegamos a Puerto Lumbreras. Alli Kike
tenía que hacer una visita de negocio, y allí
fuimos conscientes por primera vez del calor que nos esperaba en
Almería. Tras comer un poco, y con ganas de llegar al Toyo, donde se encontraba
el hotel de la reunión, decidimos terminar por la autopista. Las ganas de un
baño en su espectacular piscina pudieron con nosotros. Acostumbrados a la
temperatura del norte, aquel infierno solo podríamos combatirlo sumergiendo el “cuerpoescombro”
en agua hasta el cuello. Y así lo hice durante lo que me pareció uno de los
ratos más agradables que he pasado últimamente.
En
la piscina conocí a algunos de los veteranos del CVE, a quienes Kike saludaba
con franca camaradería. Pero la noche ibicenca nos esperaba, por lo que tuvimos
que posponer la charla para vestirnos de blanco, condición que los
organizadores pusieron para acceder a la barbacoa cerca de la playa. Entre
risas, copas y gente nueva para mi, alcancé mi hora de dormir. Estaba realmente
cansado y no quería molestar a quienes sin duda pretendían pasar unas horas
divertidas. Y se de buena tinta que así lo hicieron. Pero se cerraban mis ojos
y el cuerpo pedía descanso. ¡Buenas noches y hasta mañana!
Dormí
de un tirón, pero como es mi costumbre, a las 7,30 estaba despierto. El cielo,
sin una nube que lo ocultara, parecía pintado por el mejor de los artistas.
¡Que gran día nos esperaba! Un desayuno a base de café y fruta y listo para
salir al mundo. Nos llevaron hasta el Faro de Cabo de Gata, un espectacular
paraje donde se iba a hacer la foto de grupo.
El
resto de la mañana trascurrió entre la fabrica de cerveza Alboran, y la playa
de los muertos, una de las más bonitas de nuestro país. Fueron horas de rodar
por entre paisajes semidesérticos, que me hicieron enmudecer, por lo distinto
de mi tierra, y por su abrumadora belleza. Un buen día que iba a terminar con
una comida en el centro de uno de esos pueblos almerienses de calles estrechas
y cuestas imposibles. Una comida en la que pude conocer un poco más a otros
miembros del CVE. Y con el sueño metido en el cuerpo, se produjo la estampida
hacia el hotel. Unos por la autopista, otros por carreteras de curvas
increíbles. Pero al final, el mismo destino. ¡La piscina! Y allí nos encontramos de nuevo hasta que llego la
hora de la cena. Un rápido buffet y a la sala de sorteos…Vimos un video hecho a
proposito del X aniversario, editado por una persona que no pudo acudir. Un
video estupendo en el que se resumen los 10 años de este club.
El
tradicional sorteo mientras tomábamos algunas copas, transcurrió sin
incidencias, tan solo mencionar el hecho de que tan solo dos personas quedaron
sin regalo.¿Sabéis quien fue una de ellas? La organización se portó ya que al
final me vine a casa con una elegante taza del club, que salio del marketing
que llevaron a la reunión.
Fue
un encuentro diferente, y conocí gente estupenda que se preocupo de que no
estuviera solo entre extraños. Buena conversación y en general muy buena
organización. Personas como Porra o Sasha, Angelete, Jaume, y muchos otros de
los que, me vais a perdonar, pero no recuerdo en nombre, se portaron de lujo
con este novato. Sin duda volveré con ellos otra vez, puede que el año que
viene, ya que se celebrará en Cantabria.
¡Y
a la cama relativamente pronto! Quería salir temprano para rodar la mayor
cantidad de tiempo posible sin el agobio de las altas temperaturas. La idea
original, por circunstancias producto de la improvisación,(¡como me gusta!), se
cambio, por lo que en lugar de ir a Cáceres, mi destino acabo siendo Ciudad
Real. O lo que yo pensé que iba a ser mi destino para ese día. Después se vería
que los planes están hechos para ser cambiados…
En
mi particular GPS, terminé marcando una ruta hacia Guadix, donde llegue
bastante pronto y sin demasiado calor. Las carreteras que me iba encontrando me
llevaban de un lado para otro, pero con tal de evitar las carreteras mas
transitadas, añadí varios kilómetros de más disfrutando cada uno de ellos con
la intensidad de quien hacía tiempo estaba necesitado de este tipo de terapia.
De Guadix a Torredonjimeno y de allí a Montoro, descubrí que rodar en solitario
sigue siendo una de mis pasiones. La vida que pasa minuto a minuto mientras doy
gas a mi pequeña, es vida vivida. Y no hay nada como ese tiempo de vida. Pensar
en aquello que te hace feliz y casi llorar mientras recorres España de punta a
punta es algo que recomiendo. ¡Pero ojo gente! Rodar en solitario puede
resultar peligroso. En mi caso, cada pueblo que veía señalizado, se convirtió
en un destino inevitable, y los kilómetros se acumulaban en el parcial de la Varadero. Por cierto, durante
el tiempo en el que atravesé la Sierra Madrona, desde Montoro a Ciudad Real, mi
compañera cumplió los 100.000
km. ¡Y como suena!
A
las 17´00 llegue a la quijotesca capital de la provincia situada en la comarca
de Campo de Calatrava. Esperaba tener habitación reservada y quitarme la ropa
de viaje para reunirme con algunos compañeros y celebrar la vida. ¡Pero no! Allí
me esperaban sobre sus monturas porque la celebración era en Avila. Ellos
también querían rodar y tomaron la ruta larga para encontrase con este
solitario viajero. Porzuna, Ventas con Peñaguilera o Puebla de Montalbán,
evocando épocas pasadas, quedaron atrás mientras nuestro guía sonreía al vernos
felices. Agotado, pero con el convencimiento de que no habría cambiado nada de
lo que viví ese día. Llegamos al hotel seleccionado.
En la misma muralla, un
alojamiento decente y justo frente al lugar en el que íbamos a celebrar la
inauguración de un local. ¡La ducha me sentó de lujo! Y una buena cena típica
de la Ciudad
de los Caballeros, preparó el cuerpo para lo que iba a venir. Recuerdo que un
amable funcionario, cargado de paciencia, nos recriminaba el hecho de que
intentáramos defender las murallas de los invasores. Espada en ristre
aleccionábamos a las imaginarias tropas mientras creímos estar en pleno siglo
VIII, cuando el rey Asturiano Alfonso I, aprovechando las revueltas beréberes
del centro de la península toma la ciudad para llevar a sus pobladores a
Asturias. Y eso es lo último que recuerdo. Amanecí agotado a las 7 de la
mañana. A punto para desayunar con la tropa y despedirnos. Su destino Cáceres.
El mío, León. Tenía la intención de visitar a ciertas compañeras de ruta que
recientemente organizaron Fronterizas 2016. Siempre resulta agradable visitar a
los amigos y la ruta que tenía en mente iba a ser un paseo por la historia.
El
paso por Olmedo me hizo recordar la tragicomedia de Lope, nacida del mito de
aquel caballero llamado Miguel Ruiz, quien mato de forma alevosa a Juan de
Vivero, vecinos ambos de la ciudad de Olmedo. Historia de venganzas y espadas
que sacaron una sonrisa por entre la pantalla de mi casco, recordando las
gestas de la noche pasada ante la muralla de Ávila. Recorrido caballeresco y
vallisoletano que disfrute como hacía tiempo que no disfrutaba. Olmedo, Medina
del Campo, Tordesillas y León, donde llegue poco antes de la hora de comer. Era
casi el punto final de un viaje de algo más de 2700 Km, que ha sido sin
duda, el mejor de los últimos 6 años.
Tras
disfrutar de la compañía de mis patitas en León, pude llegar a casa para
descansar, y sorprendentemente, tal vez producto de la felicidad que me
embargaba, no estaba tan agotado como cabría esperar. Tarde mucho en dormir,
los acontecimientos del viaje me dieron que pensar. Incluso me atreví a hacer
un poema Alejandrino
“Van rugiendo los motores de las
Varadero
pasando vivas los pueblos de nuestra
Almería
siguen sin pausa y sin prisa al que va
el primero
destinos distintos y diferente alegría”
Algún
día lo terminaré. Por el momento me conformo con recordar el viaje por si no
puedo repetirlo
Hay muchas imágenes para recordar. Aqui os dejo algunas