

Final de regata en el popular Descenso, el
Sella, aunque un poco agitado por el viento, resultaba muy fotogénico
y tranquilizador. Tras un periodo de reflexión y armonía, volví a
vestir el cuero para retomar la ruta hasta Cangas de Onís,
donde me esperaban para tomar café dos de esas personas a las que
vale la pena conocer. Con ellos, después de una agradable sobremesa,
rodamos hacia Posada de Llanes. Una carretera que no conocía y de la que
disfrute muchísimo. Camino de Niembro y de nuevo a Posada para
llegar hasta Ribadesella, donde pusimos rumbo a la escuela de
piragüismo de Arriondas.
Allí nos recibió Bea charlando con un
reducido número de moteros. Mientras se animaba la conversación me
dio por pensar lo divertido que sería poder hacer eso cada día. Una
elección distinta de la ruta a seguir cada mañana, paisajes nuevos,
nueva gente...Pero desperté del sueño para continuar disfrutando de la
compañía. Y a ello me dedique hasta llegar la inevitable hora de
volver a casa. Me despedí de Batu y Elena, mi media naranja, no sin
cierto pesar, y anime a La Dama mientras tomábamos la 634 camino del
Berron.
Esta vez elegí llegar a Pruvia atravesando por Noreña, una
carretera poco transitada y muy agradable a esa hora de la tarde. Al
poco rato estaba de nuevo en casa. Satisfecho por haber podido
disfrutar un día más de los amigos y la ruta, preparo la maquinaria
de jardín. Mañana toca poda.


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