19/12/13
10/5/13
Don Alfredo
Uno
de los primeros moteros de este país. A lomos de "La Poderosa",
una Montesa Impala, el mecánico solitario y egoísta, al que da vida
un genial Alfredo Landa, emprende un viaje hacia Torremolinos. Una
aventura sobre la moto, con la que todos los que viajamos sobre dos
ruedas nos hemos sentido identificados. ¿Quien no habla de vez en
cuando, o casi siempre como es mi caso, mientras rueda hacia
cualquier destino? Don Alfredo pasaba por ser un cómico de medio
pelo después de las películas en las que bordaba uno tras otro los
personajes que le ponían por delante. Llegue a oír que no tenía
ningún talento. Y llego El Puente. Una apuesta de Juan Antonio
Barden en la que nos mostró a un Landa impresionante. Ahí empece a
buscar sus películas. Me sentí identificado con el motero resignado
y sufridor y a lo largo del metraje descubrí un gran actor. Y
después, tres años más tarde, Las Verdes Praderas. ¡Hay que
verla!. Son ya cuatro veces las que he visto esa película. Es uno de
los tesoros de mi colección en DVD. Tiene escenas de una intensidad
que ya quisieran muchos de los actores considerados como tales, en
gran medida por su juventud no por su talento, en ocasiones
escasisimo.
Pero
cuando me demostró lo que ha sido como actor, fue en El Crack. Dos
partes diferenciadas en esa cinta. La primera divertido y acertado,
la segunda durísimo y genial. Y para que mencionar Los Santos
Inocentes o El Rey del Rio, época en la que asombró con su
versatilidad y comprensión de los personajes. Todavía ayer leí que
se trataba de uno de los últimos representantes del mal cine
Español. ¡Malos críticos es lo que hay de sobra!. Y mucha envidia.
Descanse
en paz Don Alfredo y desde aquí mi respeto y admiración.
3/5/13
Causa Natural
He
perdido muchos amigos en el camino. Unos por causas naturales, si es
que es natural morirse a los 35 de un infarto durante un partido de
tenis. Otros por accidentes estúpidos, y algunos, son ya diez, por
culpa de una pasión. Quienes habitualmente usamos, o usábamos ( la
cosa esta muy cortita ) la moto, sabemos bien lo que es perder un
amigo en la carretera. Y siempre me preguntan lo mismo. ¿No te da
miedo volver a rodar y perder la vida sobre una moto? ...¡Pues no!
Si hay que morir, que morir se muere uno seguro, ¿no es mejor
hacerlo mientras disfrutas de tu pasión? No es mala muerte esa. Pero
si que ocurre algo después de perder un compañero, hayas o no
rodado con el. Te das cuenta al montar la moto por primera vez tras
el funeral. Es una sensación que te mantiene alerta, como si hubiera
una presencia a tu lado, vigilante. Y yo creo que es el alma de todos
los moteros fallecidos que viajan contigo, y que a cada instante, te
hacen ser más prudente y agudizan tus reflejos para intentar evitar
que te reúnas con ellos antes de tiempo. Pero el tiempo no pasa en
balde. Me voy haciendo más viejo, los reflejos no son los mismos que
cuando tenía 20 años. La vista..., bueno, supongo que mi afición a
los libros pasa factura. Pero hay algo que permanece igual,
exactamente igual que cuando monte mi primera Cota 25 allá por...,
¡joder!..., hace mucho...Y es la ilusión. A mis 53 castañas,
cuando se acerca el momento de rodar con mi Vieja Dama, me pongo tan
nervioso como un chaval. Y los primeros kilómetros, mientras me hago
a las gomas, al asfalto y a mi propio estado de ánimo, llevo puesta
una sonrisa que sorprende a quienes se cruzan conmigo por cualquier
paraje de mi tierra. En alguna ocasión he llorado mientras rodaba.
Lloro por tener la suerte de disfrutar de algo tan emocionante. Por
quienes no han conocido esta vida de motero, por los que me llaman
loco cuando cruzo la meseta bajo una intensa lluvia, camino de
cualquier lugar. Lloro por los que ya no pueden disfrutar conmigo. A
pesar de llevar a mi lado muchas almas vigilantes, sigo montando, sigo
llorando, sigo viviendo. He perdido muchos amigos, pero algún día
me reuniré con ellos para exagerar sobre alguna curva, para beber
una cerveza y rodar de nuevo juntos toda una eternidad. ¡No me
parece un mal plan!
20/4/13
Un paseo por el Sella
Hoy
a sido uno de esos días con los que no cuentas, pero que acaban
sorprendiéndote por lo agradables que resultan. Se trataba de hacer
una visita a un amigo a quien, muy a mi pesar, tengo un poco abandonado. Pero
amaneció soleado y fresco. Lo ideal para rodar en moto. De modo que
me puse a ello. A eso de las 11.00 monte sobre La Vieja Dama para
conducirla hacia Cangas de Onis. Era temprano, por lo que
decidimos cruzar desde Infiesto hacia Villaviciosa, una carretera que
conozco bien, y que con el "solín" de la mañana resulto
más que agradable. Con más ganas de las habituales, por la falta
obligada de Km, marche sin pausa por la carretera de Colunga hasta
Ribadesella, donde paré por primera vez para disfrutar de una
maravillosa vista del rio.
Final de regata en el popular Descenso, el
Sella, aunque un poco agitado por el viento, resultaba muy fotogénico
y tranquilizador. Tras un periodo de reflexión y armonía, volví a
vestir el cuero para retomar la ruta hasta Cangas de Onís,
donde me esperaban para tomar café dos de esas personas a las que
vale la pena conocer. Con ellos, después de una agradable sobremesa,
rodamos hacia Posada de Llanes. Una carretera que no conocía y de la que
disfrute muchísimo. Camino de Niembro y de nuevo a Posada para
llegar hasta Ribadesella, donde pusimos rumbo a la escuela de
piragüismo de Arriondas. Allí nos recibió Bea charlando con un
reducido número de moteros. Mientras se animaba la conversación me
dio por pensar lo divertido que sería poder hacer eso cada día. Una
elección distinta de la ruta a seguir cada mañana, paisajes nuevos,
nueva gente...Pero desperté del sueño para continuar disfrutando de la
compañía. Y a ello me dedique hasta llegar la inevitable hora de
volver a casa. Me despedí de Batu y Elena, mi media naranja, no sin
cierto pesar, y anime a La Dama mientras tomábamos la 634 camino del
Berron. Esta vez elegí llegar a Pruvia atravesando por Noreña, una
carretera poco transitada y muy agradable a esa hora de la tarde. Al
poco rato estaba de nuevo en casa. Satisfecho por haber podido
disfrutar un día más de los amigos y la ruta, preparo la maquinaria
de jardín. Mañana toca poda.
27/3/13
Buenos Tiempos
Aquellos primeros años con
carnet en la mano, nos llevaron de forma casi incontrolada hacia un
mundo ciertamente irreal. El primer trabajo apartó la libertad de un
manotazo. Corte de pelo, ropa discreta, y la rutina que supone
levantarse cada día a la misma hora para ir al mismo sitio, y hacer
las mismas cosas. No estábamos acostumbrados y lo único que nos
mantenía cuerdos era nuestro lado oscuro. La vida en moto.
Una vida para la que no se necesitaba uniforme. De la película Quadrophenia sacamos parte de su filosofía. Jimmy decía,"yo no quiero ser como cualquier otro, por eso soy un Mod". Nosotros, estaba claro, no queríamos ser como los demás, pero no sabíamos muy bien como queríamos ser. Una Vespa con demasiados espejos, nos hacía volver la cabeza, pero no era suficiente para transportarnos al Londres de 1964.
Sin embargo, el conocimiento de la existencia de ese pequeño grupo, era estimulo suficiente para curiosear un poco. Quienes lo heredaron de sus padres lo vendían como excentricidad, que en aquellos años era un valor seguro. A comienzos de los 80, asuntos propios nos lanzaron por caminos vertiginosos. Había poco tiempo para asimilar lo que ocurría más allá de nuestras fronteras. Adoptamos la cazadora de cuero, para horror de nuestras madres, y el rock, y las motos ruidosas...
Más adelante, y en pleno crecimiento intelectual, las motos seguían siendo parte de nuestras vidas, pero el descubrimiento de los poderes mediáticos, fue una droga demasiado potente para mí, como para ignorarla. Y aunque nos movíamos sobre dos ruedas y los fines de semana eramos ruidosos y despreocupados, en la facultad y en la radio, actuábamos de forma sigilosa. Creíamos en la política y en los cambios.
Buscábamos nuestro lugar. Pero la decepción nos dio una bofetada y cuando los ojos dejaron de girar volvimos a nuestro refugio, la música y la moto.Podíamos vestir como quisiéramos, algunas veces de forma espantosa, pero era nuestra prerrogativa. Alternando ambos modos llegamos a la madurez, donde la experiencia de lo vivido nos llevó de cabeza a forjarnos una personalidad definida. Marcada por diferentes épocas y por muchas opciones. Tantas que se nos ha denominado como la generación X.
Tal vez porque nunca nos decidimos a despejar la incógnita de nuestro futuro. Nos enfrentamos a el cuando llega, sin quejas, con pasión, sin prejuicios.Y¿ sabéis que?, me ha gustado vivir así. Al menos hasta que otra bofetada nos devuelve a la realidad. Una crisis en la que nuestra generación es apartada del mundo laboral.
Ignorada por los poderes sobrevivimos como podemos, pero con la cabeza alta porque sabemos que hemos sido la última generación libre.No dependimos de la tecnología, ni de las ideologías. Hemos hecho lo que nos gustaba, pero sin olvidarnos de nuestras obligaciones.
Fuimos responsables, ciudadanos, pero también rebeldes, descarados y todo sin dejar de oír nuestra música. Nuestro Rock, nuestro Blues...nuestra banda sonora. Me resisto a morir sin volver a protestar, y reivindico el hecho de que a pesar de tener más de 50 años, sigo siendo ¡UTIL!, le pese a quien le pese.
Una vida para la que no se necesitaba uniforme. De la película Quadrophenia sacamos parte de su filosofía. Jimmy decía,"yo no quiero ser como cualquier otro, por eso soy un Mod". Nosotros, estaba claro, no queríamos ser como los demás, pero no sabíamos muy bien como queríamos ser. Una Vespa con demasiados espejos, nos hacía volver la cabeza, pero no era suficiente para transportarnos al Londres de 1964.
Sin embargo, el conocimiento de la existencia de ese pequeño grupo, era estimulo suficiente para curiosear un poco. Quienes lo heredaron de sus padres lo vendían como excentricidad, que en aquellos años era un valor seguro. A comienzos de los 80, asuntos propios nos lanzaron por caminos vertiginosos. Había poco tiempo para asimilar lo que ocurría más allá de nuestras fronteras. Adoptamos la cazadora de cuero, para horror de nuestras madres, y el rock, y las motos ruidosas...
Más adelante, y en pleno crecimiento intelectual, las motos seguían siendo parte de nuestras vidas, pero el descubrimiento de los poderes mediáticos, fue una droga demasiado potente para mí, como para ignorarla. Y aunque nos movíamos sobre dos ruedas y los fines de semana eramos ruidosos y despreocupados, en la facultad y en la radio, actuábamos de forma sigilosa. Creíamos en la política y en los cambios.
Buscábamos nuestro lugar. Pero la decepción nos dio una bofetada y cuando los ojos dejaron de girar volvimos a nuestro refugio, la música y la moto.Podíamos vestir como quisiéramos, algunas veces de forma espantosa, pero era nuestra prerrogativa. Alternando ambos modos llegamos a la madurez, donde la experiencia de lo vivido nos llevó de cabeza a forjarnos una personalidad definida. Marcada por diferentes épocas y por muchas opciones. Tantas que se nos ha denominado como la generación X.
Tal vez porque nunca nos decidimos a despejar la incógnita de nuestro futuro. Nos enfrentamos a el cuando llega, sin quejas, con pasión, sin prejuicios.Y¿ sabéis que?, me ha gustado vivir así. Al menos hasta que otra bofetada nos devuelve a la realidad. Una crisis en la que nuestra generación es apartada del mundo laboral.
Ignorada por los poderes sobrevivimos como podemos, pero con la cabeza alta porque sabemos que hemos sido la última generación libre.No dependimos de la tecnología, ni de las ideologías. Hemos hecho lo que nos gustaba, pero sin olvidarnos de nuestras obligaciones.
Fuimos responsables, ciudadanos, pero también rebeldes, descarados y todo sin dejar de oír nuestra música. Nuestro Rock, nuestro Blues...nuestra banda sonora. Me resisto a morir sin volver a protestar, y reivindico el hecho de que a pesar de tener más de 50 años, sigo siendo ¡UTIL!, le pese a quien le pese.
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