La carretera estaba tranquila.
Saliendo con el cielo ligeramente nuboso, puse rumbo a Ribadesella. Iba a ser
mi primera parada del día. Conozco bien la ruta, por lo que pude disfrutar de
las curvas y del paso por los distintos pueblos de mi tierra. La Dama respondía y según me
acercaba al final de la primera parte del viaje más se abría el cielo. Entre
Ribadesella y Unquera, tenía que parar a saludar, tuve un pequeño susto con
cierto enfurecido paisano, que no entendía el respeto de un motero por los límites
de velocidad marcados. Pero ni eso logro borrarme la sonrisa. Decidí entonces
salir de la Nacional
y viajar por la costa siguiendo la
CA 131. Cantabria cerca del mar me fascina y pueblo tras
pueblo disfrutaba del sol, del aroma y de la ruta. Carreteras en buen estado
que me iban descubriendo paisajes de un verde espectacular.
Suances estaba en mi recuerdo,
por lo que dirigí la moto hacia el puerto. Allí me encontraría con Kike y Ana,
además de un pequeño grupo de amigos. La idea era picotear un poco. Al llegar
les conocí. Y vi que era bueno (que bíblico estoy). Kike me comento la idea de
recoger un par de motos en Miferso, Santander, que Suzuki le dejaba para probar
todo el fin de semana. En principio, aunque lo pensé, no estaba convencido.
Pero fue entonces cuando en los telares del destino se empezaron a tejer lo
hilos de nuestro inmediato futuro. El de un fin de semana espectacular.
Retrocedamos. Una amiga de Kike
iba a asistir con su nueva moto, la antigua, se quedaba en León, e iba a pasar
a manos de otro amigo. Atentos, que la cosa se complica. La nueva moto no
estaba lista, por lo que esa desolada motera reclamo la ayuda de una amiga, que
todavía no había salido de León. Esta amiga, busco un carro para llevar su
moto, y la antigua de la desolada muchacha… ¡No, si no ha terminado!
Esta historia fue contada por
partes durante la comida en la que conocí a la desolada y encantadora
Alejandra. A pesar del inconveniente de no tener su nueva montura, Alejandra no
perdió la sonrisa en todo el día.
Unamos esta historia con la de Jesús, un hombre de peso. Pues bien, Jesús, el nuevo
propietario del limocete de Alejandra, partía de Madrid con su custom retocada
para, en teoría llegar a Suances a comer. Pero no llegaba. Kike nos comento,
que se la había parado la moto en Lerma y venía en taxi para unirse, de
paquete, a la aventura. Y llego Jesús. Casi sin tiempo para comer, Kike le
cometo lo de las dos motos prestadas, y a pesar de no estar muy convencido, eso
le atraía más que pasar el fin de semana pegado a la espalda de alguien.
Entonces, de nuevo intervinieron
los Dioses. Ana le pregunto si no prefería montar en una custom, ya que yo
había mostrado algún interés en probar la Suzuki.
Me miró, dijo que estaría bien y sin pensarlo demasiado, a
toda prisa, le deje las llaves de la
Dama y marchamos a recoger las VStrong.
De esta manera, la desolada
Alejandra pudo tener moto. Jesús, el averiado, también iba a rodar pilotando, y
no a modo de Koala. Y yo, me dispuse a pasar el fin de semana a lomos de una
Trail un poco alta para mi escasa estatura. ¡Todo arreglado! ¡Y todo estaba ya
escrito!
De Santander a Solares, hogar de
Kike y Ana, para dejar el coche y volar hacia el lugar en el que habíamos
quedado para tomar una copa con el resto de los comensales de esa noche. A mitad
de camino recogimos a Sergio, navegante perdido que se uniría a la expedición. Y
por fin en el Punto y Aparte. Algunas risas empezaron a aflorar, producto de
las ganas de pasarlo bien. Pude entonces conocer un poco más a mis compañeros
de aventura. Gente buena, normal, lo que es mucho dado la cantidad de estúpidos
por metro cuadrado que hay últimamente por el mundo…Éramos un grupo dispar,
pero con la misma pasión por las motos. Hablando con ellos aprendí cosas de la Goldwing, de la Shadow y de sus pilotos.
Pero solo estábamos empezando.
Los talantes se iban
descubriendo. Y según avanzábamos en el conocimiento mutuo, se nos soltaba la
chispa. Bromas y chistes volaban de esquina a esquina en una habitación repleta
de buen rollo. Ana y Kike nos habían preparado una velada que resulto
esclarecedora. Perfectos desconocidos hasta unas horas atrás, nos mostrábamos abiertos, desinhibidos
y quienes apenas tenemos gracia resultábamos divertidos. ¡Fue genial!
En este punto es cuando suelo
comentar la ruta. Pero creo que no es lo importante. Baste saber que recorrimos
buena parte del Valle de Cabuérniga, el municipio de Rionansa y alguno de los
más bonitos pueblos de la costa cantabra. Y ver tantas motos circulando al sol,
era un espectáculo para detenerse a contemplarlo.
De modo que hablemos de lo que
importa. En el transcurso de la ruta, parada tras parada íbamos conociéndonos
un poco más. Había cercanía entre personas apenas conocidas. Y eso no es muy
normal que ocurra. Al menos a mi hacía mucho tiempo que no me ocurría. Volver a
ver a Sergio y a Kike, a quienes conozco desde hace mucho tiempo fue un
verdadero placer, aunque me falto Cris para que hubiera sido perfecto. Pero lo
más sorprendente, y creedme que no me sorprendo con estas cosas desde hace
demasiado tiempo, fue encontrarme tan a gusto con personas que no conocía. No
quiero ponerme sentimental, pero lo cierto es que emociona encontrar gente con
la que puedas mostrarte tal y como eres, y sobre todo, tal y como eras con 30
años menos, sin que te sientas señalado o juzgado por el resto.
En definitiva, señoras y señores,
ha sido un fin de semana especial. Un buen grupo de personas reunidas para
olvidar “lo que no fuera vida”(1), y disfrutar de una jornada de motos, sol y amigos.
Con lo visto en estos días, no solo
no me importa volver a rodar con este variopinto grupo, si no que estoy
deseando volver a hacerlo. Un verdadero placer amigos. Hasta muy pronto,
espero.
(1) Fui a los bosques porque
quería vivir a conciencia, quería vivir a fondo y extraer todo el meollo a la
vida. Dejar de lado todo lo que no fuera vida, para no descubrir en el momento
de la muerte que no había vivido. H.D. Turó
Algunas fotos más
Pues esto ha sido todos. Espero que hayais disfrutado del fin de semana, y un poco de este reportaje. Gracias a los fotografos, en especial a Conchi por sus hermosas retrataduras ( y por dejarme robarlas). Y un especial agradecimiento a Kike y Ana por invitarme.
En Asturias, 31 de Marzo de 2015