
No queríamos quedarnos en casa. Las previsiones meteorológicas no eran muy halagüeñas, pero teníamos ganas de rodar. Decidimos enfrentarnos a las inclemencias del tiempo y salir hacia Fonsagrada para degustar el ya famoso pulpo de la Pulpería O´Candal. Lo cierto es que habíamos reservado en El Cantábrico, pero al final no pudo ser, de modo que fuimos a la recomendada por Carlinos. La cita fue temprano en la gasolinera El Montico, situada poco antes del desvío a Candas en la carretera Gijón-Avilés. Por allí aparecieron Xaba y María, tan madrugadores como yo mismo, y Joshe y Txano, tan solo unos minutos más tarde.


Después de tirar de manera curiosa un par de botellas de sidra, partimos hacia Fonsagrada donde nos esperaban un pulpo gigante y dos o tres “pequeñas” jarras de Ribeiro. La carretera hacia Fonsagrada también fue una sorpresa, ¡maldito plan E!. Largos tramos de obras habían convertido la carretera en poco más que una pista forestal. Pero todo mereció la pena una vez que probamos el pulpo. Cinco raciones, cinco del famoso Octopus Vulgaris, que poco de vulgar tiene, una ración de croquetas, estupendas y dos jarras de un riquísimo Ribeiro nos acompañaron durante la comida. Duraron poco, eso sí, y es que cuando hay hambre… Junto a nosotros, otro grupo de moteros, los de la asociación ASOMO, se dieron también un gran homenaje. ¡Gente simpática, a fe mía!.

Dejamos que el agua cayera durante la pitanza y más tarde de lo previsto, partimos hacia San Antolín de Ibias. Pero de nuevo las carreteras jugaron un papel importante. Poco antes del puerto del Acebo tenía que estar la desviación, pero había desaparecido por culpa de las persistentes obritas. Sobre la marcha cambiamos la ruta para volver por Pola de Allande. Otro puerto, el del Palo, y parada en Pola para tomar una cervecita sin alcohol en la plaza del pueblo.
El resto transcurrió por la carretera que lleva a Salas y Cornellana, pasando por el espectacular embalse de la barca, que sujeta al rio Narcea. Es una autentica gozada rodar por allí. Buen asfalto y curvas suaves, aunque en algún momento creímos tomar parte en algún tipo de Rally. ¡Como van algunos!. Afortunadamente, no paso nada grave, aunque un par de sustos si nos llevamos. Ya de retirada, quisimos bajar algunas botellas de sidra antes de volver a casa.

Desde Grado tomamos la autopista para llegar a Lugo de Llanera y dar por finalizada la ruta. Lo que no nos mojamos en todo el viaje, nos cayó en apenas 15 kilómetros. ¡Oviedo siempre pilla!. Sin embargo en Lugo, nada de nada. Un buen día, bastantes kilómetros, una comida de lujo y la compañía de algunos amigos. Siempre echamos en falta a los que no vienen, pero sé que no tardaremos demasiado en volver a rodar todos juntos.
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