10/5/13

Don Alfredo

Uno de los primeros moteros de este país. A lomos de "La Poderosa", una Montesa Impala, el mecánico solitario y egoísta, al que da vida un genial Alfredo Landa, emprende un viaje hacia Torremolinos. Una aventura sobre la moto, con la que todos los que viajamos sobre dos ruedas nos hemos sentido identificados. ¿Quien no habla de vez en cuando, o casi siempre como es mi caso, mientras rueda hacia cualquier destino? Don Alfredo pasaba por ser un cómico de medio pelo después de las películas en las que bordaba uno tras otro los personajes que le ponían por delante. Llegue a oír que no tenía ningún talento. Y llego El Puente. Una apuesta de Juan Antonio Barden en la que nos mostró a un Landa impresionante. Ahí empece a buscar sus películas. Me sentí identificado con el motero resignado y sufridor y a lo largo del metraje descubrí un gran actor. Y después, tres años más tarde, Las Verdes Praderas. ¡Hay que verla!. Son ya cuatro veces las que he visto esa película. Es uno de los tesoros de mi colección en DVD. Tiene escenas de una intensidad que ya quisieran muchos de los actores considerados como tales, en gran medida por su juventud no por su talento, en ocasiones escasisimo.
Pero cuando me demostró lo que ha sido como actor, fue en El Crack. Dos partes diferenciadas en esa cinta. La primera divertido y acertado, la segunda durísimo y genial. Y para que mencionar Los Santos Inocentes o El Rey del Rio, época en la que asombró con su versatilidad y comprensión de los personajes. Todavía ayer leí que se trataba de uno de los últimos representantes del mal cine Español. ¡Malos críticos es lo que hay de sobra!. Y mucha envidia.
Descanse en paz Don Alfredo y desde aquí mi respeto y admiración. 
 

3/5/13

Causa Natural

He perdido muchos amigos en el camino. Unos por causas naturales, si es que es natural morirse a los 35 de un infarto durante un partido de tenis. Otros por accidentes estúpidos, y algunos, son ya diez, por culpa de una pasión. Quienes habitualmente usamos, o usábamos ( la cosa esta muy cortita ) la moto, sabemos bien lo que es perder un amigo en la carretera. Y siempre me preguntan lo mismo. ¿No te da miedo volver a rodar y perder la vida sobre una moto? ...¡Pues no! Si hay que morir, que morir se muere uno seguro, ¿no es mejor hacerlo mientras disfrutas de tu pasión? No es mala muerte esa. Pero si que ocurre algo después de perder un compañero, hayas o no rodado con el. Te das cuenta al montar la moto por primera vez tras el funeral. Es una sensación que te mantiene alerta, como si hubiera una presencia a tu lado, vigilante. Y yo creo que es el alma de todos los moteros fallecidos que viajan contigo, y que a cada instante, te hacen ser más prudente y agudizan tus reflejos para intentar evitar que te reúnas con ellos antes de tiempo. Pero el tiempo no pasa en balde. Me voy haciendo más viejo, los reflejos no son los mismos que cuando tenía 20 años. La vista..., bueno, supongo que mi afición a los libros pasa factura. Pero hay algo que permanece igual, exactamente igual que cuando monte mi primera Cota 25 allá por..., ¡joder!..., hace mucho...Y es la ilusión. A mis 53 castañas, cuando se acerca el momento de rodar con mi Vieja Dama, me pongo tan nervioso como un chaval. Y los primeros kilómetros, mientras me hago a las gomas, al asfalto y a mi propio estado de ánimo, llevo puesta una sonrisa que sorprende a quienes se cruzan conmigo por cualquier paraje de mi tierra. En alguna ocasión he llorado mientras rodaba. Lloro por tener la suerte de disfrutar de algo tan emocionante. Por quienes no han conocido esta vida de motero, por los que me llaman loco cuando cruzo la meseta bajo una intensa lluvia, camino de cualquier lugar. Lloro por los que ya no pueden disfrutar conmigo. A pesar de llevar a mi lado muchas almas vigilantes, sigo montando, sigo llorando, sigo viviendo. He perdido muchos amigos, pero algún día me reuniré con ellos para exagerar sobre alguna curva, para beber una cerveza y rodar de nuevo juntos toda una eternidad. ¡No me parece un mal plan!