26/7/09

La Hermida


Con casi toda la gente dispersa y Kadio en la montaña ejerciendo de Eremita, poco nos quedaba por hacer. Guerritu y yo decidimos salir para Panes y aceptar la invitación de Merche. Cabomer se había ofrecido a guiarnos por su zona. La idea era hacer un recorrido no demasiado largo pero espectacular. Como va siendo habitual, nos citamos en Isi, de Pola de Siero, pero esta vez los pinchos no pudieron ser. El bar estaba cerrado por vacaciones. Decidimos salir hacia Infiesto por la nacional de Santander, y poco antes de llegar, desviarnos hacia la costa por la carretera que va hacia Santa Eulalia de Cabranes y Villaviciosa. Desde allí, por las playas hasta Colombres. La carretera se lleno de pronto con los impacientes playeros en busca del primer rayo de sol desde hacía mucho tiempo. Pasada la Playa de Espasa, donde se concentraban miles y miles de playeros, la ruta fue más tranquila. Antes de Colombres paramos a coger pinchos para Natan. Yo los traía de casa. En la plaza del pueblo, justo donde el mes de octubre su pueden ver cientos de motos clásicas, esperamos a Merche. Llego pronto, y entre charla y bocata nos pusimos en marcha.

De Colombres hacia Unquera y de allí hasta La Hermida. Por una carretera sujeta por los pelos a la pared, íbamos bajando muy deprisa. Al frente apenas a unos metros, casi podíamos tocarla, la montaña cerraba el desfiladero. En muy pocos kilómetros bajamos junto al rio y el espectáculo fue para pintarlo. Volvimos por la carretera de Potes hasta Panes y allí cerramos el día con una divertida charla que sirvió para conocer un poco más nuestra anfitriona. Merche, proactiva y muy motera nos hizo reír y prometió venir por nuestra zona alguna vez. No pudimos ver a Xana ni a Manolo, pero en otra ocasión seguro que se nos unen. Está bien moverse un poco para ver a los amigos más lejanos. Me gusto.

De vuelta a casa, sin apenas paradas ya que el cuerpo pedía cama y bañera, anduvimos ligeros hasta Lieres, donde decidimos hacer por autovía lo que nos quedaba. Un día más, nueva gente y mucha moto. Ahora solo espero que todos volvamos a reunirnos pronto para disfrutar de la ruta y la compañía.

8/7/09

Pulpo y Ribeiro: A Fonsagrada


No queríamos quedarnos en casa. Las previsiones meteorológicas no eran muy halagüeñas, pero teníamos ganas de rodar. Decidimos enfrentarnos a las inclemencias del tiempo y salir hacia Fonsagrada para degustar el ya famoso pulpo de la Pulpería O´Candal. Lo cierto es que habíamos reservado en El Cantábrico, pero al final no pudo ser, de modo que fuimos a la recomendada por Carlinos. La cita fue temprano en la gasolinera El Montico, situada poco antes del desvío a Candas en la carretera Gijón-Avilés. Por allí aparecieron Xaba y María, tan madrugadores como yo mismo, y Joshe y Txano, tan solo unos minutos más tarde.
La ruta estaba marcada. Salimos, después de repostar, hacia Navia, donde teníamos pensado tomar el primer cafetín en ruta. Es una de esas nacionales que están convirtiendo en Autopista, queríamos ganar tiempo y aprovechamos la pista. Un pelín aburridos, llegamos a la plaza de Navia. ¡En obras, cómo no!. El ya famoso “Orbayu” de esta tierra hizo acto de presencia antes de entrar en Navia, pero nos mojamos poco. Tras el café y los pinchos de tortilla, decidimos salir hacia Taramundi con el mínimo de paradas posibles. La carretera hasta Santa Eulalia de Oscos ya la conocíamos, pero la sorpresa fue el tramos desde Santa Eulalia hasta Taramundi. Pasamos el puerto de La Garganta, de poca altura, pero muy divertido. Ya viajábamos con los plásticos de agua, puesto que el constante llorar del día nos quiso acompañar a lo largo de toda la jornada. Al llegar preguntamos por el Museo de los Molinos, y hasta él llegamos después de atravesar un concurridísimo pueblo de Taramundi. El Museo está situado a 250 mts del pueblo, en la desembocadura del río Cabreira, del que se abastece, y en el lugar llamado Mazonovo. Un lugar precioso para hacer parada y sidra. Me pareció caro pagar 4€ por ver lo que se veía desde el puente, pero el sitio mereció la pena por el entorno.

Después de tirar de manera curiosa un par de botellas de sidra, partimos hacia Fonsagrada donde nos esperaban un pulpo gigante y dos o tres “pequeñas” jarras de Ribeiro. La carretera hacia Fonsagrada también fue una sorpresa, ¡maldito plan E!. Largos tramos de obras habían convertido la carretera en poco más que una pista forestal. Pero todo mereció la pena una vez que probamos el pulpo. Cinco raciones, cinco del famoso Octopus Vulgaris, que poco de vulgar tiene, una ración de croquetas, estupendas y dos jarras de un riquísimo Ribeiro nos acompañaron durante la comida. Duraron poco, eso sí, y es que cuando hay hambre… Junto a nosotros, otro grupo de moteros, los de la asociación ASOMO, se dieron también un gran homenaje. ¡Gente simpática, a fe mía!.

Dejamos que el agua cayera durante la pitanza y más tarde de lo previsto, partimos hacia San Antolín de Ibias. Pero de nuevo las carreteras jugaron un papel importante. Poco antes del puerto del Acebo tenía que estar la desviación, pero había desaparecido por culpa de las persistentes obritas. Sobre la marcha cambiamos la ruta para volver por Pola de Allande. Otro puerto, el del Palo, y parada en Pola para tomar una cervecita sin alcohol en la plaza del pueblo.
El resto transcurrió por la carretera que lleva a Salas y Cornellana, pasando por el espectacular embalse de la barca, que sujeta al rio Narcea. Es una autentica gozada rodar por allí. Buen asfalto y curvas suaves, aunque en algún momento creímos tomar parte en algún tipo de Rally. ¡Como van algunos!. Afortunadamente, no paso nada grave, aunque un par de sustos si nos llevamos. Ya de retirada, quisimos bajar algunas botellas de sidra antes de volver a casa.

Desde Grado tomamos la autopista para llegar a Lugo de Llanera y dar por finalizada la ruta. Lo que no nos mojamos en todo el viaje, nos cayó en apenas 15 kilómetros. ¡Oviedo siempre pilla!. Sin embargo en Lugo, nada de nada. Un buen día, bastantes kilómetros, una comida de lujo y la compañía de algunos amigos. Siempre echamos en falta a los que no vienen, pero sé que no tardaremos demasiado en volver a rodar todos juntos.