25/6/08

PIXTONES 2008

Fue una decisión muy pensada. Desde un principio apetecible, pero había que estudiar los pros y los contras. Una vez lo hice, ganaron los pros, por lo que se lo comente a Tino y a Tiri, quienes serían mis compañeros de aventura. Se trataba de hacer 2000 km para ir a ver a nuestros recientes amigos de Los Pixtones.

Nos habían hablado de su concentración y quisimos acercarnos para verla de primera mano. Y porque no, para hacer un viaje con mucho encanto. Tiri decidió ir el sábado de un tirón y Tino y yo salimos el viernes para dormir por el camino. Queríamos hacer una ruta más larga, al margen de las autopistas. Paramos a dormir en Bargas, cerca de Toledo, para iniciar la marcha al día siguiente hacia Ciudad Real, cruzando la cordillera por la sierra Madrona hasta llegar a Montoro. Desde alli, hacia Granada para encontrar Maracena justo antes de entrar en la ciudad de la Alhambra.



Por Maracena, nos perdimos. Era inevitable ya que toda la ciudad estaba levantada para colocar las vías del tranvía. Hacía mucho calor, pero nada comparado con el calor del recibimiento que nos hicieron los Pixtones. Enrique, Susana, Diego(El Presi), Jose, Juani... y un largo etcetera de personas que nos hicieron sentirnos como en casa. Nos regalaron unas Jarras del club con su anagrama en Relieve y una Granada de plata. Una preciosidad que pienso llevar conmigo allá donde vaya. Pero el mejor regalo fue su trato amigable. Un club, ya hermanado con Los Pantrucus para siempre.


Fue un viaje sorprendente, en el que coincidimos con Pedro, Presidente del Club Custom Alhama, en cuya concentración habíamos estado unos meses atrás. Con el cambiamos impresiones y llenamos nuestras flamantes jarras. La concentración resulto fantástica. A mi modo de ver, no fueron necesarias las miles de personas de otros eventos, aunque supongo que a nivel organizativo les hubiera gustado más ambiente. Estuvimos poco más de un día y recibimos un trato exquisito. Se vieron un poco sorprendidos de que tres Asturianos decidieran bajar a visitarlos, pero pagaron con creces esa deferencia.


Nos quedamos hasta el domingo por la tarde. Había que recoger el premio al grupo más lejano. Más tarde Tino, residente en Gijón se llevo el de Piloto que más km había hecho para llegar. Algo que le lleno de satisfacción y a nosotros no hizo sentirnos orgullosos de nuestra travesía. Fue dura la despedida, pero lo hicimos con la promesa de volver a vernos pronto. Algunos de ellos subirán durante el verano a vernos. Pero eso será otra historia.

Por el momento, me quedo con las palabras de uno de nuestras nuevos amigos. "Gente como vosotros hace grandes las concentraciones".

Para mi fue una aventura que tendrá, seguro, continuidad. Es sin duda algo para recordar.

1/6/08

1ª KKDD Shadowers

PRIMEROS KM EN SOLITARIO

Despues de varios meses esperando, por fin llego la reunión de Shadowers. Tiri lo tenía todo atado. Para los que el viernes salimos camino de Avila, había dejado el tema camas en manos del inefable Tote. Hostal Lumi, asi se llamaba. Pero vayamos al principio.

Yo había quedado con los Altair en Avila para comer, por lo que salí temprano de Soto. El cielo estaba claro y me las prometía felices. Desde lo alto de Pajares inmortalice ese momento.


EL ENCUENTRO

Con la esperanza de que continuara de esa forma lleve mi Estrella camino de Leon para desde alli saltar a Valladolid por la nacional. Tenía tiempo y me dispuse a disfrutar del viaje. Pueblos y caminos quedaban atras y al frente Valladolid, donde comence a ver las nubes muy negras. Acelere el ritmo para llegar a Avila a la hora de comer. alli me encontraría con mis colegas, con los que hacía mucho tiempo que no rodaba. Pare a la salida de Avila, ya camino de Arena mientras el agua no dejaba de caer. Parecía como si el cielo estubiera rompiendose por cada esquina.


Despues de comer de forma moderada, y viendo que no paraba de llover, decidimos salir sin hacer sobremesa hacia los dominios de Tote. Arenas de San Pedro, previo paso por los comienzos de la Sierra de Grados. Al entrar, el paisaje cambio de forma sorprendente y parecio que se calmaba el torrente vertical. A nueve leguas de Avila y pocos km de Arenas


ARENAS DE SAN PEDRO

Seguimos viaje por una carretera digna de repetir hasta llegar a la localidad de Arenas de San Pedro.

" Aunque en el término municipal hay restos de habitantes prehistóricos, es ya avanzada la Edad Media cuando se levantan las primeras edificaciones que serán las antecesoras del caserío actual. La leyenda cuenta que, tras la aparición de la Virgen en 1054, una plaga de termitas arrasa gran parte de las viviendas levantadas en la zona minera de Los Llanos y obliga a sus habitantes a trasladarse hacia el Ojo de la Jara, enclave del municipio actual".(Info en www.aytoarenas.com)

Al margen de su historia arenas ya es famosa por la presencia de Tote. Este personaje nos recibio con los brazos abiertos y nos paseo por sus dominios hasta la hora de encontrarnos con el resto de los viajeros que llegarían de Asturias

Nos llevo a su casa, nos presento a su chica, y nos dio de comer. En definitiva, un gran anfitrión. Tote es un monstruo. En su casa nos obsequio con unas birritas bien frias, que bebimos mientras esperabamos a que Lolita se cambiara de ropa.


Mientras esperabamos al contingente asturiano Tote y Juanjo nos llevaron de ruta por esas tierras que conocen tan bien. Pudimos disfrutar de buen tiempo toda la tarde y de unas muy especiales compañeras de viaje.



Más birras(shandys en mi caso) y algo de picar porque ya comenzaba a rugir el estomago. Tote tenía preparado un local para cenar . Alli estarían los Altair, el grupo de Asturias y Tote con algunos de sus colegas.

Una simpar reunión que acabo recorriendo los bares de la zona vaciando de alcohol los locales y despertando con el ruido de los escapes a todo vecino que, aun sin salir de su asombro por tan pintoresca procesión, estuviera durmiendo a esas horas.


A la mañana siguiente salimos, no demasiado temprano, pero ya desayunados hacia Toledo, en cuya estación de autobuses habíamos quedado con el resto de los shadowers.La reunión fue creciendo hasta convertirse en una de las mayores kkdds en las que he participado.. Gentes de todos los lugares llegaban con cuentagotas hasta la ciudad imperial, cada uno con sus historias, pero todos con la alegría de saber que iban a conocer gente afin. Ese espiritu sobrevolo todo el fin de semana. Mucha gente y muchas motos


Rodando rodando llegamos al restaurante donde hubo profusión de fotos, abrazos, risas y agua, llegamos lloviendo y marchamos lloviendo, aunque eso si, la lluvia duro poco camino de Aranjuez.
La comida fue un espectáculo. Pero nada comparado con la cena en Aranjuez y la posterior juerga en la más cotizada pista de baile de la zona. La llegada al camping, un lujo por cierto, y los acontecimientos posteriores los contaré mañana, en una segunda parte. Queda mucho que contar, y todo bueno. Sed comprensivos y tened paciencia.

Gnomito Buueeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeennoo

[Algunas de las fotos aqui utilizadas son cedidas por miembros de el foro. Gracias a ellos por su generosidad]

KKDD Shadowers

EN TOLEDO






Dejamos las monturas paradas a la puerta del restaurante. Allí teníamos preparada una amplia zona solo para nosotros. Tres primeros, tres segundos y postres a elegir. Fueron momentos en los que confraternizamos con quienes acababamos de conocer. La charla comenzo a partir de las máquinas, pero entre gente con los mismos gustos salieron a relucir otros temas que hicieron más interesante, si cabe, la comunicación entre todos.



Al terminar la comida, que no estaba mal, seguia lloviendo, por lo que poco a poco fuimos levantando el campamento para colocarnos los trajes de agua. Los primeros km despejaron las dudas. Es la Ley de Murphy. Basta que te pongas el traje de agua para que deje de llover. Llegamos a Aranjuez, Villa de Reyes a buena hora.

"Situada en el ancho y llano valle que forma la vega de los ríos Tajo y Jarama, en un privilegiado escenario natural, se levanta la ciudad de Aranjuez, declarada Paisaje Cultural Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 2001.

El Real Sitio y Villa, antaño residencia primaveral de reyes y reinas, es hoy una ciudad moderna, con industria, un pujante comercio, una oferta cultural y deportiva de calidad y un entorno de alto interés natural.

Disfrutada por sus habitantes y por miles de visitantes que cada año acuden a conocer su historia, su cultura, su gastronomía, su sublime arquitectura y sus incomparables jardines y paisajes, Aranjuez os espera".


Mientras lo atravesamos los lugareños, incluso los de la boda, pudieron disfrutar de una caravana ruidosa y colorida, que despreocupada dirigía sus monturas hacia el tan deseado camping. Los Bungalows nos esperaban y fue una sorpresa encontrarlos en un magnifico estado. Un gran camping de caravanas que nos recibio, no sin cierta acritud, y asustando a los niños, que más tarde nos preguntarían."¿Sois una banda buena o una mala?". La respuesta la dejo a vuestra elección


Una vez instalados y tras las pertinentes charlas con los que aun no habíamos saludado salimos para conocer los bares de Aranjuez. Tarde de buen tiempo y primeras s, o zumos, o cafes... en la Villa palaciega.



Despues, avidos de emociones fuertes, algunos rudos moteros mostraron a la población que no solo son malos, sino que saben pilotar de forma agresiva, yo diría aún más, de manera casi suicida, cualquier tipo de máquina. Dejaron a la población sin habla, el peligro rondo por las calles de la ciudad y los padres retiraban a sus criaturas para que no sufrieran con tanta violencia.















No tengo palabras para describirlo. Ya con hambre, despues de jugar con la muerte, de camino al camping para decidir si se iba andando o en moto. Lo cierto es que a partir de las 12 no dejaban entrar al camping con los motores encendidos. ¡¡¡¡Total, estabamos a 800 metros1!!!!


Algunos picaron y dejaron la moto junto a los bungalows. Era la hora de cenar. Un bufet libre,¡almas cándidas!, no contaban con Chester ,Mono y Bunker... y en el mismo comedor, la pista de baile.


Amenizados por "DJ Alegrias", sonaron temas duriiiiiisimos, tales como Pakito el Chocolatero, Las Sevillanas más de moda, Chachachas, mambos, rumbas y muchos más exitos del rock duro



La noche acabo de todas las maneras. Hubo quienes volvimos pronto por el viaje del día siguuiente, (una forma de decir que estamos acabados), y otros siguieron hasta romper todos los records en el consumo de bebidas alcoholicas.

A la mañana siguiente, con más o menos legañas, comenzamos a despedirnos. A nadie parecía gustarle que se acabara el fin de semana. Me costo despedirme de algunos, de otros no lo hice por falta de tiempo. Y de ciertos ya amigos, me hubiera gustado tener una despedida más intensa. Pero como todo no puede ser, nos fuimos llendo poco a poco, con la cabeza llena de buenos recuerdos y el deseo de un pronto reencuentro.



Nada más, amigos, hermanos, shadowers. La cronica no refleja los sentimientos, el "feeling" que hubo entre todos. Las palabras poco dicen de la emoción de veros las caras, de conoceros y apreciaros en lo que valeis. Espero que podamos reunirnos pronto alrededor de la bandera. Un abrazo fuerte desde Asturias

Gnomito Buueeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeenoo[/img]
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Cronica de un Viaje imaginario 1ª

El Viaje

La Gente

Al encender la luz del garaje el centellear de los tubos parecía estimular el brillo de la Estrella. Me esperaba impaciente. Cargada como nunca, quiso recibirme con un reflejo vivo, continuo, como sonriendo ante el viaje que íbamos a emprender.

No fue premeditado, pero la escasa preparación de la ruta, mantenía un cierto cosquilleo en mis tripas, incapaces de albergar alimento alguno a tan tempranas horas de la mañana. Mientras revisaba la carga iba susurrando los posibles planes de viaje, como buscando su beneplácito. Al fin y al cabo, ella iba a ser protagonista de los próximos días.

Pulse el botón de arranque y el suave ronroneo de sus casi 100cv se torno en un alegre bramido al hacer girar el puño para despertar el dormido motor. Amanecía. Una luz anaranjada comenzaba a entrar por los ventanucos del garaje, marcando, cual reloj solar, la partida.

La mirada puesta en el horizonte, la carretera abriendo los brazos para recoger al intrépido aventurero, el asfalto sorprendido y giro a giro fui tornando el ensueño en alerta mientras calentaba con suaves golpes de cadera, las recién estrenadas gomas de mi moto.

Deje la ciudad muy pronto y acelerando lentamente alcance los primeros montes, las primeras curvas. Inmerso en el placer de la conducción deje volar mi mente sonriendo feliz por tener el privilegio de disfrutar del viaje. Era un privilegiado. Podía percibir los aromas de la primavera mientras los primeros rayos del sol calentaban mis mejillas. Montes, cañadas, colinas, aldeas, quedaban atrás sin apenas darme cuenta del tiempo que llevaba sobre la Estrella. Decidido a tomar un café, entre en un pueblo no demasiado grande, esperando encontrar algún lugar donde pudiera satisfacer, además, alguna que otra necesidad. Y lo halle. Deje la moto frente al bar, junto a un paisano sorprendido ante la inmensidad de mi máquina. “Ye grande, me cago en mi madre”. No pude evitar sonreír mientras agradecía el piropo.”¿Pa Dónde vas guaje?”. Entonces me di cuenta de que en realidad no sabía dónde iba. Al salir de casa deje que la intuición guiara mis primeros km y hasta ese momento ni siquiera había pensado por dónde tirar. “Hacia donde recomienda usted”. Durante más de una hora, sentados en la pequeña terraza del chigre, Eusebio me hablo de su tierra. Del concejo y sus gentes, de Benigna, la mujer de su vida. De los montes que rodean el pueblo, de sus recuerdos. Mientras le escuchaba, iba trazando un perfil del que, pocos hubieran dicho, era el más insigne filósofo que nunca había conocido. A estas alturas, me encontraba en aquel lugar como en mi casa y sorbiendo un cargadísimo café con leche rodeado de desconocidos, me di cuenta de la grandeza de ir en moto. Al rato ya sabían casi todo de mí y yo conocía a cada uno por su nombre. Veteranos del campo y algunos jubilados de la ciudad con el ánimo, que no el cuerpo, listo para la aventura. Me encanta viajar. Toda esta gente increíble hubiera pasado de largo si no me pongo en la carretera al menos unos días al año. Pase un rato estupendo charlando con Tatin, un octogenario vivaracho quien orgullosamente exhibía las cicatrices de una caída en Vespa allá por los años 30. Estaban también Anselmo y Marsel, ex mineros de La Camocha. Un lugar en mi recuerdo. Y Ana, que regentaba el local desde 1973, año en el que su marido decidió dejar la ciudad para vivir más tranquilo.

Casi a la hora de comer abandonaba el pueblo con la sensación de haberme enriquecido al conocer un poco más de la gente que me rodea. Seguí las indicaciones de mis nuevos amigos hasta llegar a un comedor de carretera, junto a la vaquería, donde me dijeron, podía comer bien y barato. Tras un festín de sabores rodé sin descanso un par de horas para llegar, atardeciendo, al hostal en el que iba a pasar mi primera noche. Era un pueblo pequeño, de casas de piedra y plazuelas repletas de flores. Un lugar que olía a heno y leña quemada, silencioso, curioso. Un paraíso de luces reflejadas y sombras buscadas. Deje la mochila en la habitación y pedí una botella de sidra en el único bar de la plaza. Mientras saboreaba aquella ambrosía, vi caer la tarde. Un espectáculo. Al punto, llegaron un grupo de paisanos que ocuparon las mesas vacías. “Viene un gaitero”, me dijeron, y me dispuse a disfrutar de aquella ocasión única. Mi atuendo llamo la atención de varios vecinos, que al ver la mesa ocupada tan solo por mí, se sentaron a preguntarme de donde venía. Tenían ganas de saber. Esa curiosidad inocente, despojada de malicia, que tanto extraña a la gente de ciudad. Una curiosidad casi infantil, que te atrapa de inmediato, cayendo en la red de la tertulia y participando de ella como uno más. Me contaron la historia del pueblo, de las luchas personales, de los muertos, que en paz descansen. Me hicieron sentirme bien. Gente a la que no conocía me saludaba, parándose a tomar unos culines con nosotros. Vicente hacia las veces de anfitrión; “ ye un motero” decía. Y se le llenaba la boca al decirlo. No entendía porque llevaba tantas calaveras, pero tampoco le importaba mucho. Mientras hablábamos unos y otros olvidamos nuestros diferentes orígenes para disfrutar de la compañía, de la música y de la sidra. Fue una gran noche, plagada de olores, sabores y no exenta de cierta confusión abrumadora.

Luis “Gnomo” Portal

Cronica de un Viaje Imaginario 2ª

El Viaje

La tierra

Después de desayunar consistentemente, alejando de mi ánimo los restos de la noche anterior, comencé a rodar hacia las carreteras de las que me habían hablado mientras el gaitero amenizaba la velada. Salí del pueblo dirigiendo mi montura hacia las inmisericordes curvas del desfiladero. Era temprano. Se oía el rumor del rio que transcurría alegre junto a la carretera. Ni un coche, solo los pájaros desperezándose mientras saltaban de rama en rama, en cierto modo curiosos ante el rugir de mi Yamaha. Después de rodar apenas una hora, me encontré en mitad de un barranco, rodeado de enormes paredes, tan altas, que tenía que alzar la cabeza en exceso para intuir, a penas, el final de sus crestas. Pare junto a una diminuta cascada, en el área de descanso propuesta para hacer fotografías espectaculares. Una vez apagado el motor, aquel rumor insistente, arrullador, del rio, me invitaba a contemplar, tumbado sobre la mesa de madera, las casi verticales paredes por entre las que se había diseñado y construido una carretera para gozo de motoristas y alegría de amantes de la belleza. Arriba, en lo alto, podía adivinarse un cielo azul, sorprendentemente claro cuyo sol apenas alcanzaba la mitad del desfiladero. Junto al rio, arboles de distintas especies convivían con las más alucinantes rocas, algunas de ellas muy a propósito para acercarse a sus embravecidas aguas. Siendo más contemplativo que aventurero, preferí dejar empaparse a mis sentidos de todo lo que me rodeaba.

Después de un tiempo, no sé cuánto, volví a subir en mi montura para, seguir rodando hasta culminar el puerto y disfrutar del sol que allí me esperaba. Era tiempo de luz y la claridad fue haciéndose más y más intensa hasta que tras la última curva, apareció, como si de Brigadoon se tratara, un pequeño pueblo, situado entre los prados más verdes que había visto jamás. Dispersas, como dejadas caer al azar sobre un brillante manto de color, varias decenas de vacas se afanaban en comer, sin preocuparse de lo que ocurría a su alrededor. Rojos intensos, amarillos luminosos e inmaculados blancos, jalonaban la carretera hasta perderse a los pies de las colinas que rodeaban aquel maravilloso paisaje. Desde mi lugar de privilegio, emocionado, trate de retener en la memoria todos los detalles que hacían de aquel vergel una bellísima postal. Ahora sé que por mucho que lo intente, no sabría explicar con palabras lo que sentí en aquel momento.

Seguí rodando por entre los campos acercándome cada vez más al que sin duda iba a ser el lugar de mi primera parada. Varias columnas de humo salían caprichosas de las chimeneas, impregnando el aire de ese tan característico olor a leña. Había poco movimiento en las primeras callejas. Estrechas y empedradas, agrupaban las casas de muro ancho y puerta chica. Casi todas de piedra vieja y madera. Las menos, acicaladas por mor de la modernidad, repartían colores vivos a los ojos de quienes gustamos de mirar. La calle principal, aun conservaba las antiguas alcantarillas a ambos lados ofreciendo una idea del tiempo vivido. Puertas y portones, abiertos la mayoría, dejaban imaginar interiores hechos a mano. Bastos trabajos de bricolaje que proporcionaban calidez durante los duros meses de invierno. Sobre los tejados, se podían ver algunas antenas de televisión y en los balcones las flores de temporada ejercían de contraste frente al gris que prevalecía en los gastados muros.

Guie por entre las calles hasta desembocar en la plaza, sin duda La Mayor, en la que convivían la Casa Consistorial, la tienda, la farmacia y el bar. El resto, antiguas casa reformadas, cerradas a cal y canto propiedad casi seguro de quienes ya no viven en el pueblo. Todo ello componía una estampa de tal belleza que alejaba el habla. Frente al Ayuntamiento, el bar de Tano y junto a el una pequeña tienda de recuerdos con casi todos los productos de la tierra y el trabajo de los viejos artesanos expuesto de forma impecable. Apenas diez o doce personas se movían por la plaza. Los más turistas ávidos de fotografías, el resto paisanos desocupados buscando los rayos del sol de la mañana. No quise perturbar la paz de aquel paraíso y apague el motor que tanto había sorprendido a mi llegada. La fuente central me sirvió de pulpito desde el que observe durante cierto tiempo todo aquel conjunto. Tengo suerte de apreciar la sencillez. Un entorno duro y trabajado que se gano la paz a fuerza de lucha.

Volvía a la moto dejando la plaza en dirección al cementerio. Dicen mucho de sus gentes los cementerios de pueblo. Junto a la pequeña ermita, el camposanto reposaba sobre una suave ladera rodeaba por toscos muros de ladrillo y argamasa. Las tumbas ordenadas, repletas de flores. Los nichos pegando a la pared de la ermita y todo ello vigilado desde el principio de sus días, por ciertos sauces y un viejo roble de grandes ramas.

Me despedí silencioso y abandone con calma contagiada los alrededores del pueblo. Cuando me encontraba a varios kilómetros, pare y contemple durante un tiempo aquel lugar. Desde lejos parecía irreal. Pero había dejado en mí una huella difícil de olvidar.

Poco o nada recuerdo del resto del día. Más pueblos con carácter, más verde. Viradas carreteras y semivacías aldeas, a cual más intensa. Y esa sensación de estar en tierra mágica, tierra de trasgos y brujas, de brumas y luz.

La carretera me llevo de nuevo por entre brañas y pueblos hasta que, cansado busque un lugar para pasar la noche. Sentado en la terraza de un fragoroso restaurante, saque mi libro de viajes e intente plasmar todo lo había sentido durante tan maravilloso recorrido.

Luis “Gnomo” Portal

Cronicas de un Viaje Imaginario y 3ª

El Viaje

La Moto

La mañana prometía buen tiempo y mientras preparaba la Moto para el viaje, recordé como había llegado a este momento. He tenido moto desde hace mucho tiempo. Era un chaval en un barrio de Madrid cuando monte mi primera Cota 25. Entonces no sabía que las motos iban a ser mi pasión. Cubrí etapa tras etapa, y no me daba cuenta de que me iba envenenando. La sensación de libertad adolescente, la comodidad de un transporte universitario y más tarde, el lujo de los grandes viajes, fueron haciendo mella en mi carácter. ¡Quería viajar en moto!. Fije la vista en un futuro, entonces muy lejano, y hasta llegar a ese momento, disfrute del aire en la cara, de la soledad de las carreteras y del placer de formar parte de una familia con miembros por todo el mundo.

Mi Estrella es el resultado de todas esas experiencias. El compendio de tanta sabiduría, aprendida de quienes más sabían, a lo largo de mis ya treinta y cinco años sobre una moto. Esa sensación de libertad todavía permanece en cada kilometro que recorro, y aun rodando en grupo, vivo la soledad de quienes encuentran en la moto refugio y solaz.

Los olores, que no percibes si viajas en coche. Los encuentros en cada bar de carretera. En cada gasolinera, la charla distendida de dos personas a las que tan solo une su amor por la moto. Esas cosas que no se sienten, y extrañan si no eres motero, son las que aun hacen latir con fuerza mi corazón. Muchos años y muchos kilos de más no han cambiado en nada mis ganas de viajar en moto. ¡Que nerviosismo el de los preparativos.!. ¡Que orgullo el de la culminación de una aventura…!. Sensaciones que puedes compartir junto a una hoguera en la mayor concentración motera de Europa, o en la terraza de un pequeño bar roquero en las calles de tu ciudad. La moto es el centro de todas las conversaciones, el origen de páginas y foros, la génesis de una amistad. La moto es nuestro capricho. Me resulta difícil explicar como ocurre esto, pero el destino pierde su protagonismo. Es el viaje en si lo que buscamos. Ese viaje, exótico. O el más lejano. El más numeroso o el más ruidoso, da igual. Lo que interesa es el viaje. Por eso cuando alguien te dice;”¿salimos con la moto?”, solo respondes…”¡cuando!”. Y hasta ese “cuando” te suena lejano, tan lejano que parece que nunca llega. Pero llega. Y cuando eso ocurre, lo demás no importa. Ya estas de viaje. Y lo disfrutas.

Mi moto es hoy mi compañera. La que me salva de la rutina diaria. Mi Estrella viajera tiene carácter, pero con mano dura y nervios templados consiente en ser gobernada mientras no trates de forzar sus tripas. Es grande, yo pequeño. Es fiel, yo voluble. Y sin embargo cada vez que recurro a ella me recibe, me conforta y me consuela. Sus más de tres cientos kilos la convierten en objeto de burlas de sus ligeras compañeras, pero a la hora de abrir gas, reacciona, se olvida de complejos y corre como el viento dejando atrás a quienes antes se mofaban. ¡Un tráiler, si, y orgullosa de serlo!. Su majestuosa línea hace que en viaje reine sobre cualquier otra custom. ¡Ahora podemos hablar de imagen!. A los puristas les disgusta su pantalla, pero gracias a ella puedes alcanzar grandes velocidades, dentro de las posibilidades de este tipo de motos, sin forzar los músculos del cuello. Tras más de quinientos kilómetros se agradece acabar sin molestias. Su único enemigo, la nieve. Se encuentra incomoda si nieva. Sabe de su problema de sobrepeso y una caída haría necesaria la ayuda de un tercero para volver a ponerla en pie, y a su individualismo recalcitrante no le haría gracia. Además, la acumulación de copos en la gran pantalla panorámica hace imposible la visibilidad. Pero todo ello se le perdona por su entrega, sin otra condición que la de llenar el depósito cuando sea menester.

De modo, que consciente de la suerte que tengo por disfrutar de una moto, salgo a las carreteras para percibir el calor de la gente, de la tierra y de mi montura. Cualquier viaje es un buen viaje. Cualquier destino es un buen destino. Cualquier montura es una buena montura. Lo único malo de verdad es no poder disfrutar de ellas.

Termine de colocar el equipaje para seguir en ruta. Un viaje que podría prolongarse en el tiempo, sin rumbo, sin presión. Porque sobre una moto y en una tierra como la tierra de Asturias, lo menos importante es el destino. Lo increíble resulta ser el viaje en sí.

“Fui a los bosques porque quería vivir a conciencia, quería vivir a fondo y extraer todo el meollo a la vida, para no descubrir en el momento de la muerte, que no había vivido” H.D. TURO

Luis “Gnomo” Portal